divendres, 26 de juny del 2015

ALGO DE QUÍMICA


    Una reciente encuesta realizada sobre la población española señaló que desde el año 2010, la percepción social de la ciencia había aumentado favorablemente casi un 20 por ciento. La población consideraba también la labor de los científicos positivamente, en los puestos más altos de la lista de las profesiones mejor vistas. Esto no debería sorprender demasiado, pero sí el siguiente dato; casi un 90 por ciento de los encuestados reconocía que su educación científica era mala o muy mala. No hay que saber qué es una suma de Riemann para reconocer en este escenario un caldo de cultivo preocupante. Como solía decir Carl Sagan, la triste realidad es que vivimos en una sociedad altamente dependiente de la ciencia y la tecnología, pero casi nadie sabe nada de ciencia y tecnología. Aún más si tenemos en cuenta las bases del ideal científico, atribuídas a Sócrates y que dicen aquello de que la búsqueda de conocimiento es una empresa colectiva. Ya sabes, lo contrario de lo que tenemos delante.
   
   Que la gente confíe en la ciencia sin saber casi nada de ella (a parte de que ha creado esos útiles GPS), es una receta para el desastre. Porque las marcas, los publicistas y todo un movimiento anti-ciencia lo saben. Y explotan la ignorancia de la gente. No hay nada más fácil que poner a un actor con bata blanca en la pantalla asegurando que tal producto mata los gérmenes. O hacer creer que la leche fermentada con L.Casei ayuda a tus defensas. O poner la palabra quantum en el nombre de unas pastillas para lavar la ropa o los platos (!). Lo tienen demasiado fácil. Ceder el conocimiento y sus métodos a aquellos que están, por la razón que sea, en el poder, es cederles el arma más poderosa que hemos creado como especie.

   La cosa es peor cuando entramos en el tema de la salud y/o la alimentación, donde todo el mundo parece tener una opinión, normalmente errónea, aunque casi nadie sepa porqué la repite. Es especialmente aterrador el uso que se hace de la química en estos ámbitos, porque la mayoría de opiniones denotan un desconocimiento flagrante de los principios más básicos de este campo. No estoy hablando de que sea necesario tener un gran nivel de conocimientos para darse cuenta de las tonterías que se dicen; es suficiente abrir un libro de texto de bachillerato para desmontar ciertos discursos. Y como es tan fácil, pues nada, aquí tenéis cinco puntos que espero os sirvan a la hora de enfrentaros a esa molesta ignorancia voluntaria de algunos.




1. Todo está hecho de químicos

   Aunque mucha gente tenga dificultades para entenderlo, este concepto no podría ser más simple: toda la materia está hecha de químicos. Tu cuerpo está hecho de sustancias químicas. Toda la comida que ingerimos (también la orgánica) está hecha de químicos. Los remedios herbales están hechos de químicos. Así que cuando alguien afirma algo como "No vacuno a mis hijos porque no quiero que se les inyecte químicos" no hace más que demostrar su falta de conocimiento, y puedes estar seguro o segura de que no sabe de lo que está hablando.

   Una vida "libre de químicos" es absolutamente imposible. Puede que llegaras a sobrevivir un par de minutos sin químicos, y a partir de ahí la falta de oxígeno (un elemento químico) te mataría. Ahora mismo estás inspirando dioxígeno y tu cuerpo está utilizando ése químico como aceptor de electrones para hacer funcionar un proceso llamado respiración celular. Este proceso toma carbohidratos (como por ejemplo, la glucosa, que es también una sustancia química) de tu comida y los rompe para liberar dióxido de carbono (otra más), agua (la molécula química más importante para la vida junto al carbono) y la energía almacenada en el trifosfato de adenosina (ATP). Es este ATP el que sirve de combustible para tu cuerpo.
   El proceso involucra también numerosas encimas y aceptores de electrones como la acetil co-A y la nicotinamida adenina dinucleótida (NAD), todos ellos también sustancias químicas. Aunque todos estos nombres sean difíciles de pronunciar, espero que estés pillando la idea; eres una máquina bioquímica y cada cosa que haces está conducida por reacciones químicas dentro de tu cuerpo. Incluso leer este artículo está cuasando reacciones químicas diversas en tu sistema nervioso que te permiten procesar la información. Tú y todo lo que existe en nuestro maravilloso planeta está hecho de químicos, y ni tú ni nada en él podría existir sin ellos.

   Tampoco está de más hacer notar que el número de letras del nombre de un químico no es indicador de su toxicidad. Internet está plagado de tácticas bastante patosas que tienen que ver con temer una substancia a partir de su nombre. Existe un personaje abyecto en Estados Unidos que se ha hecho de oro predicando productos ecológicos (sobre los que tiene comisión) y que es famosa por proclamar que nadie debería comer nada cuyo nombre suene raro. La cosa es cómica en tantos sentidos que lo voy a dejar ahí, pero si quieres reir un rato pásate por aquí.

   Podrías pensar que el retinal, la cianocobalamina, el ácido absórbico o el ergocalciferol son cosas chungas, pero en realidad no son más que las vitaminas A, B, C y D en sus formas más comunes. De manera similar, todo lo que está vivo (y virtualmente todo lo que comemos) contiene ácido desoxirribonucleico, más conocido como ADN, que aunque suene mal y contenga el temido palabro ácido (que en realidad indica que los átomos que forman la molécula tienden a ceder protones), es la molécula esencial para la vida. Ahí es nada.

2. La dosis hace el veneno

   No existen los químicos tóxicos, tan solo dosis tóxicas. Está claro que para ahorrar, el lenguaje coloquial ha acabado por llamar "tóxico" a todo aquello que es altamente tóxico para el ser humano, pero eso no significa nada en realidad. Cualquier químico es seguro en dosis debidamente bajas, y cualquier químico es tóxico en dosis altas. Este es un hecho fundamental que ciertos movimientos anti-ciencia ignoran de manera habitual. Hay que tener en cuenta que la toxicidad se mide en relación a algo, pero como el sentido común dicta, cuanto más de algo, más peligro existe. Por ejemplo, si todavía sigues leyendo debes saber que tu cuerpo alberga ahora mismo cantidades variables de mercurio, arsénico, cianuro, formaldehído, aluminio, plomo y tantos otros químicos tóxicos para el cuerpo humano, pero sus cantidades son tan bajas que no tienes de qué preocuparte. Además, resulta que tendrías todos esos químicos si hubieras pasado toda tu vida alejada o alejado, a miles de quilómetros, comiendo comida orgánica que plantases tú misma o tú mismo cada día , y nunca usaras productos farmacéuticos. Todos los químicos arriba listados están de manera natural en nuestro medio ambiente, y los adquirimos a través de la comida, el agua y el entorno. Algunos de ellos, como el formaldehído son incluso producidos por nuestro cuerpo. Hasta químicos radioactivos como el uranio están comunmente presentes.
   Existen niveles seguros de químicos. Todo depende de su cantidad y su toxicidad. Por dar tan solo un contraejemplo; químicos "seguros" como el agua son tóxicos a ciertas dosis, y hay por ahí gente que ha sufrido sobredosis de agua. Ningún químico es inherentemente seguro o peligroso, así que la próxima vez que alguien trate de asustarte con lo de los químicos tóxicos en tu comida, fármacos, detergentes o vacunas, hazle estas dos preguntas:

     a) Cuál es la dosis tóxica en humanos?
     b) Qué dosis hay en el producto del que me estás hablando?

   Las dos respuestas son absolutamente cruciales a la hora de valorar la seguridad de una sustancia, así que si tu amigo, blogger, etc...no puede responderte a esas dos preguntas, sabrás que no ha hecho los deberes y no sabe de qué habla. De nuevo.

3. No hay diferencia entre las versiones "naturales" y "sintéticas" de un químico

   Más a menudo de lo que me gustaría oigo que el químico sintético (o sea, producido en un laboratorio) no es tan bueno como su equivalente "natural". La realidad es que la unidad más básica de materia es el átomo, y existen diferentes clases de átomos, a los que llamamos elementos. Combinamos estos elementos para crear moléculas, y es la combinación de elementos la que determina las propiedades de la molécula. El proceso por el cual se llega a la molécula es totalmente irrelevante para el comportamiento final de la molécula en cuestión.

   Por ejemplo, el agua consiste de tres átomos, dos de hidrógeno y uno de oxígeno unidos por un enlace covalente polar, lo que convierte al agua en una molécula increíblemente versátil. Las reacciones químicas que la molécula permite fueron en algún momento de la Tierra primigenia totalmente cruciales en la aparición de la vida, a partir de un fenómeno que conocemos como evolución química, y que posiblemente propició la aparición de la primera célula viva. Existen literalmente miles de reacciones químicas que producen agua, tanto artificiales como naturales, lo que significa que podemos crear agua de muchas maneras diferentes. Esta agua creada siempre se comporta de la misma manera, sin importarle cómo haya llegado ahí, ya que consiste de los mismos tres átomos haciendo sus cosas de átomos. Si tuvieras un vaso de agua pura en tus manos, no habría especialista en el mundo que pudiera decirte cómo ha sido creada el agua del vaso, porque sería agua idéntica a cualquier otra agua pura del planeta. Simplemente es imposible ir atrás en el tiempo. Así que mientras la estructura química sea la misma, no importa que un químico sea extraido de una planta o sintetizado en un laboratorio.

4. Los químicos "naturales" no son automáticamente buenos,  ni los "artificiales" malos

   Llegados a este punto algunas personas me comentan que sí, que están de acuerdo con todo, pero todavía insisten que los químicos que no se encuentran en la naturaleza son malos. Yo, a bote pronto, veo dos problemas en esta afirmación. Primero, recordemos que todos los químicos son peligrosos en dosis suficientes, y esto es cierto tanto para los naturales como para los artificiales. Segundo, la aseveración no es más que una falacia. La naturaleza está llena de químicos como el cianuro y el arsénico, que son tóxicos para los humanos en dosis muy bajas, así que no hay razón para pensar que lo natural que sea algo lo vaya a hacer más seguro.

   Es más, tengamos en mente que un químico no es más que una ordenación de átomos de elementos. No existe razón alguna para creer que la naturaleza creó las mejores ordenaciones para nuestra conveniencia, o que es imposible realizar un ordenamiento mejor que el que realizó. Constantemente escucho por ahí que no es posible mejorar lo que ha hecho la naturaleza, y aunque esto podría ser cierto en algunos contextos, en general resulta en un argumento irrisorio. Reto a cualquiera a darme un silogismo lógico que soporte tal afirmación sin caer en la falacia que acabamos de explicar. Aunque me encuentro entre los que se sienten fascinados por su belleza y mecanismos, hay que tener claro que la naturaleza es indiferente a nuestros anhelos y que no está ahí para cuidarnos como una madre protectora, más bien pasa de nosotros. Prácticamente nada de lo que consumimos es natural, porque llevamos siglos domesticando especies de todo tipo; vegetales y animales, y seleccionando las que nos ayudan a sobrevivir. Que nos estemos pasando por causas de desigualdad y sobrexplotación es preocupante, sí, pero también es otro tema que nada tiene que ver.

5. Las propiedades de un químico complejo las determinan otros químicos a los que está enlazado

   Los compuestos químicos se forman mediante la combinación de diferentes elementos o moléculas, y el producto final puede no comportarse de la misma manera que sus partes. El ejemplo clásico aquí es el cloruro de sodio. El sodio es un elemento extremadamente reactivo, hasta el punto que explota en contacto con el agua, y el cloro es tóxico a dosis bajas. Aún y así, al combinarlos nos encontramos con el cloruro de sodio (NaCl), también conocido como sal de mesa. Fíjate en que la sal común no tiene ninguna de las propiedades comentadas de sus partes individuales, ni explota en contacto con el agua, ni es extremadamente tóxica. La combinación de los dos elementos cambia sus propiedades, y sería absurdo decir que la sal es peligrosa porque contiene sodio. Su sodio ya no actúa como sodio porque está enlazado al cloro. Que algo contenga tal o cual químico no significa que sea peligroso, porque puede ser que el elemento peligroso de la mezcla esté enlazado a algo que lo hace seguro para el consumo. 

   Aquí va otro ejemplo, el del tiomersal, que se usa en ciertos tipos de vacunas de la gripe. Puede que hayas oído que las vacunas contienen mercurio, aunque lo contienen en dosis extremadamente bajas y está ahí en forma de este compuesto. En él, el mercurio está enlazado a un grupo funcional alquilo, lo que convierte al mercurio presente en etilmercurio. El mercurio que causa intoxicación (como por ejemplo, el que se acumula en el pescado de mar y el marisco), está enlazado a algo, así que ya no es mercurio. Simplemente no se comporta de la misma manera, igual que el sodio y el cloro de la sal de mesa, su enlace ha cambiado sus propiedades.




dilluns, 11 de maig del 2015

SCHRÖDINGER SIN GATO

“Si un hombre no se contradice, será porque nunca dice nada”
    - Miguel de Unamuno


    En 1943, Erwin Schrödinger realizó unas conferencias en el Trinity College de Dublin. Los asistentes fueron avisados de que el tema a tratar era difícil, y no podía de ninguna manera ser considerado popular, aunque el arma más terrorífica del físico, la deducción matemática, sería muy poco utilizada. Su título: Cómo pueden los eventos del espacio tiempo que tienen lugar dentro del límite espacial de un organismo vivo ser explicados a partir de la física y la química. No se puede negar que la presentación es bastante disuasoria, eso está claro, pero las conferencias fueron editadas más tarde como libro de divulgación y tituladas de manera mucho más amable. ¿Qué es la Vida? es un ensayo imprescindible para hacerse ciertas preguntas, y alucino cada vez que un amigo que estudia filosofía me dice que nadie en la universidad le ha obligado a leerlo. Pues vale.
   
   Mi lastimosa relación de amor-odio con algunas partes del campo de la filosofía me impiden realizar un análisis profundo de las implicaciones de esta obra, pero como la primera vez que la leí me impresionó tanto, voy a intentarlo desde otra óptica. Espero que sepas disculpar mi osadía. 
   
   Para empezar, Schrödinger introdujo en las clases la idea de un cristal aperiódico que contenía en su interior información sobre la configuración de lazos covalentes. El físico llegó a esta idea teorizando a partir de su profesión, la física, y con el arma de la deducción lógica. Poco después, los descubridores del ADN, James D. Watson y Francis Crick, reconocieron que la idea de Schrödinger les había inspirado en su trabajo. Este sería un ejemplo más de cómo el método científico resulta en el arma más poderosa que los humanos hemos diseñado y bla bla bla, pero el libro del austríaco es especial por muchas razones más. Y es que la pregunta ¿qué es la vida? se las trae.

     Todo aquello que está vivo parece fundamentalmente diferente de lo que está muerto. En principio esta es una afirmación difícil de negar. Pero ¿es cierta? En ¿Qué es la vida?, Schrödinger da esta definición sobre el tema: las cosas vivas evitan el declive hacia el desorden y el equilibrio. Vale, y qué quería decir? Imagina que el universo es la carpeta de descargas de tu ordenador. Cuando lo recibiste, la carpeta estaba ordenada, pero poco a poco sucumbió al caos más absoluto. Invirtiendo energía puedes poner algo de orden en ella, y más o menos esto mismo es lo que hacen las cosas que están vivas, lo que hacemos tú y yo cada día.

    Todas las cosas vivas de este planeta están hechas de células. Básicamente, una célula es un robot basado en proteínas demasiado pequeño y sencillo como para sentir o experimentar nada. Pero lo gracioso es que tiene todas las propiedades que asignamos a la vida: consta de un muro que la separa del exterior (creando orden), se regula a sí misma, mantiene un estado constante, come otras cosas para seguir viva, crece y se desarrolla, reacciona al ambiente, y está sujeta a la evolución. Ah, y también se reproduce, claro. Pero de todas las partes que forman una célula, ninguna está viva. Algunas de ellas reaccionan químicamente con otras, formando reacciones que crean otras reacciones y de nuevo más reacciones. En una sola célula, cada segundo ocurren varios millones de reacciones químicas, formando una invisible (para nuestros ojos) y complejísima orquesta de una belleza inaudita. Eso mismo está pasando ahora, mientras lees.

    Una célula puede construir unos cuantos miles de tipos de proteínas, algunas muy simples, otras en forma de micromáquinas extremadamente complejas. Imagina que conduces un coche a 100 km/h, mientras reconstruyes constantemente todas y cada una de las piezas del automóvil con cosas que recoges (en marcha) de la carretera. Eso es, esencialmente, lo que hacen las células. Y sin embargo, ninguna de las partes de las células están vivas; todo lo que las forman es materia muerta moviéndose e interaccionando según las leyes de la física. Así que, ¿puede ser que la vida sea la suma de todos esos procesos que ocurren?

    En un espacio de tiempo lo suficientemente largo, la esperanza de vida de cualquier ser viviente se reduce a cero. Lo que significa que todo lo vivo muere, en algún momento. La meta del proceso evolutivo es básicamente ampliar esa esperanza de vida mediante la producción de nuevas entidades, y con esto me refiero al trabajo del ADN. La vida es, de alguna manera, información genética llevada por una proteína que no para de reproducirse. Si estás vivo, estás sujeto a la evolución, y es el ADN el encargado de esparcir la información genética más preparada para sobrevivir. Así que...¿es el ADN la vida? Si aislas el ADN, lo que tienes delante es una molécula espectacularmente compleja, pero que no puede hacer nada por si misma. Y aquí es donde los virus lo complican todo. Estos colegas son básicamente cuerdas de ADN o ARN en una cápsula, y necesitan de células para hacer cosas. Nadie está muy seguro de si los virus cuentan como algo vivo o inerte, pero sí sabemos que hay unos 225 millones de metros cúbicos de virus en la Tierra, y a todos les importa muy poco lo que pensemos de ellos. Hay por ahí incluso virus que invaden células muertas y las devuelven a la vida, lo que convierte en aún más difusa la linea entre lo muerto y lo vivo. Fíjate en los mitocondrios; simplemente bacterias que se unen a células más complejas en una nueva empresa. Continuan teniendo su ADN, y pueden multiplicarse por sí mismas, pero ya no están vivas. Podríamos decir que su táctica es cambiar su propia existencia a cambio de la supervivencia de su ADN. Lo que significa que cosas vivas pueden evolucionar a cosas muertas, siempre que sea beneficioso para sus códigos genéticos.
    
   Así que, sí, puede que la vida sea información que trata de asegurar su existencia. Pero entonces, qué hay de la inteligencia artificial? Si aceptamos la denominación más común de IA, parece ser que estamos muy cerca de crear vida artificial, al menos en ordenadores. Es una cuestión de tiempo que la tecnología lo permita, y nos guste la idea o no, este tema ha dejado de ser ciencia ficción. Hay incluso gente por ahí que afirma que los virus informáticos son vida.

    De acuerdo, ¿y qué es la vida, entonces? ¿cosas? ¿procesos? ¿ADN? ¿información? Espero que estés de acuerdo conmigo en que el tema se complica muy rápido. Pero algo es seguro; la idea de que la vida es fundamentalmente diferente a la muerte porque lo que está vivo se rige por leyes diferentes a lo que está muerto resulta ser errónea.

    Antes de Darwin y Wallace, nosotros los humanos, en nuestra impertérrita habilidad para creernos especiales, solíamos dibujar una línea clara entre nuestra especie y el resto de cosas vivas. Debía haber algo mágico en nosotros que nos hiciera especiales y nos permitiera gobernar cruelmente sobre todo lo demás. Cuando tuvimos que aceptar que somos iguales al resto de los seres vivos, y que somos producto de una evolución constante, decidimos dibujar otra linea. Pero cuanto más aprendemos sobre lo que pueden hacer las computadoras y cómo funciona el proceso de la vida, más nos acercamos a la creación de la primera máquina que encaja en nuestra descripción de lo que es la vida. Y por tanto, más en peligro está la imagen que tenemos de nosotros mismos. Además, si todo en el universo está hecho de las mismas cosas (protones, neutrones y electrones), ¿significa que todo en el universo está vivo o está muerto? ¿Se trata simplemente de una cuestión de complejidad? 
  
   O mi pregunta favorita, para la que por supuesto tampoco tengo respuesta: ¿Son la vida y la muerte cuestiones irrelevantes, pero todavía no nos hemos dado cuenta? 

fuentes:
-Erwin Schrödinger "Qué es la vida?
Ed. Tusquets


diumenge, 4 de gener del 2015

EL SESGO MACDONALIANO

Aviso: Este es un texto autobiográfico en forma de fábula que, como todas las fábulas, tiene una moraleja final. El autor tiende a exagerar cosas, así que os indicaré con un asterisco (*) los momentos en que la exageración sea flagrante.



Yo nunca como en McDonald's, por la sencilla razón de que su comida es asquerosa*. Esta no es la explicación que doy a la gente cuando surge el tema, porque sé que responderán "no es asquerosa" y como sabéis este es un argumento difícil de contrarrestar con lógica. En vez de eso, suelo decir "Estuve dos veces en McDonald's hace tiempo y la comida me sentó mal las dos veces". Este es un hecho real, y aunque no lo fuera, conseguiría callar la boca a mi interlocutor si la dijera con suficiente convicción. Es un conveniente hecho histórico que me ayuda a evitar comer en McDonald's tantas veces como me sea necesario.

Lo que no quita que sea un mal argumento. Para empezar, es un argumento por anécdota, así que no es realmente un argumento, porque la evidencia de algo supuestamente ocurrido a alguien una vez, incluso dos, no es una fuente fiable de información. Por otra parte, su falta de validez no impide que el hecho sea propagado; estoy seguro de que al menos una persona a la que le he comunicado mis indigestiones macdonalianas ha pasado el mensaje a otra. "Conozco a uno que se intoxicó comiendo en McDonald's, dos veces", y probablemente, conociendo cómo mutan los mensajes con cada pareja emisor-receptor que añadas, la cosa puede haber acabado en "Sabes lo de ese tio que entró en un McDonald's y murió en el baño después de comer, y todo por culpa de la comida?".

He escuchado cosas más absurdas sobre mejores restaurantes.

Incluso si reuniera las pruebas médicas de mis dos indigestiones allí, mi argumento sería un mal argumento. Los humanos somos por lo general malos en estadística, incluso en su forma más sencilla, así que a todo aquel con el que hable del tema le parecerá bien que yo no coma nunca más en McDonald's, porque entenderá que he sopesado los pros y contras de mis posibles visitas allí y tomado una decisión sensata. Y ciertamente la tomé, porque el olor de un restaurante McDonald's siempre* me ha provocado nauseas instantáneas*, incluso antes de mis dos accidentes digestivos, hasta el punto que la mera visión del logo corporativo de la cadena me provoca desasosiego*. Así que lo que digo a menudo es "comí dos veces en McDonald's y ambas sufrí indigestión", dejando implícito en el mensaje que McDonald's siempre me provocará indigestión, debido a alguna calidad intrínseca de su comida.

Esto tampoco se sostiene ante un escrutinio serio. Por ejemplo, no recuerdo qué comí exatamente durante los días anteriores y posteriores a mis indigestiones, ni sé cómo estaba de salud por entonces, ni sé si las indigestiones se debieron a algún tipo de alergia o bichito estomacal. No comprobé la posibilidad de que contrajera alguna enfermedad durante esos días que no tuviera nada que ver con McDonald's, e incluso si todas estas cosas dieran negativo, y la comida de McDonald's fuera realmente lo que me produjo el malestar, seguiría sin suficientes datos para concluir que siempre que vaya a McDonald's enfermaré. El hecho de que me sintiera mal dos veces en dos visitas me convierte bien en un caso muy extraño estadísticamente, o en alguien con aversión física a algún producto usado en lo que repetidamente McDonald's se empeña en llamar comida. Como McDonald's es repugnante de todas maneras, el mundo nunca lo sabrá.


Hechos y estadísticas a parte, mi historia suele acarrear una cantidad de peso absurdo en cualquier conversación que tenga sobre el tema, simplemente porque algo pasó. Es curioso porque el (mucho más poderoso) hecho de que millones de personas coman allí cada día sin consecuencias aparentes en sus visitas al lavabo nunca* me ha sido presentado como contrargumento, y eso es porque es algo aburrido. A esos millones de personas no les ha pasado nada. Ni siquiera recuerdan las estadísticas de sus visitas a McDonald's que no les provocaron indigestiones, así que no tienen una buena anécdota. Yo gano.


Este ejemplo de lubricante social me ayuda a no comer donde no quiero y a reducir el tiempo de toma de decisiones a la hora de no ir a McDonald's. Es bastante inofensivo, y estoy seguro de que una empresa modélica* como McDonald's no sufre injustamente por mi pequeña trampa.

Ahora, pongamos por caso que fui a McDonald's con mi mejor* amigo, resistí las nauseas* al entrar, pedí un agua y mientras él sí comía algo, yo iba repitiendo comentarios sobre su pobre elección alimentaria hasta que se hartó, fue al baño un momento y murió allí. En este caso quiero pensar que intentaría ser racional, soportaría el dolor de la pérdida y consideraría que cualquier cosa que comió antes podría haberlo matado, que igual era susceptible a algo que yo ignoraba, o podría pensar en el otro millón de posibilidades. Me gusta pensar que haría todo eso, al menos después de denunciar al restaurante y declarar mis otras dos indigestiones en un supuesto juicio por daños y perjuicios, donde el abogado defensor de la cadena sacaría a relucir la debilidad de mi argumento por anécdota. Ganara o perdiera, casi cualquiera vería como algo moralmente reprobable que ese abogado sacara a relucir tal debilidad lógica. Al fin y al cabo mi amigo estaría muerto y la empresa que le paga es aquerosamente rica.

Pero entonces empiezaría de verdad.

McDonald's ha matado a mi mejor* amigo. Empiezo una campaña contra McDonald's. Utilizo mis dos indigestiones y la pérdida de mi ser amado* como punta de lanza contra ellos. Cómo pueden vender comida que puede matar a gente? Comienzo a coleccionar miles* de historias de otras víctimas de McDonald's, y descubro que hay otros casos de muertes. Recojo sus historias, abro una web y pido dinero para la causa. Mi documental "McDonald's: La verdad" obtiene 7 millones de visionados en Youtube los primeros seis meses. Surgen tantos ejemplos de gente comiendo en McDonald's y muriendo que el público comienza a preguntarse "Cómo pudo McDonald's matar a toda esa gente?". Poco después subgrupos de mi movimiento se forman y afirman que los gobiernos en la sombra utilizan McDonald's para controlar la población.

En este punto, la autopsia ha determinado de manera concluyente que mi amigo tenía un defecto en el corazón y que la botella de Jaggermeister ingerida en su totalidad la noche anterior provocó una cadena de acontecimientos en su cuerpo que acabó con su muerte, pero eso ya no importa. Otras personas han muerto de manera parecida después de comer en McDonald's. Algunos superaban los 80 años! Está el gobierno haciendo desaparecer a la gente mayor para no tener que pagar pensiones en un escenario económico tan difícil como el actual? Yo no lo sé! Tú lo sabes? Mira los hechos!

Ahora entras en internet. Existe ya un centenar de páginas llenas de anécdotas sobre gente con dolor de barriga en McDonald's. Necesitas una docena de historias reales, cada una de ellas de dos o tres páginas de longitud, porque media hora de investigación en internet es todo lo que alguien está dispuesto a perder para formarse una opinión. Repostea esas historias en todas las páginas. No te olvides de tu documental. Repostéalo en Facebook cada semana. Con esa puerta abierta, mucha gente que haya leído seis o siete historias estarán razonablemente convencidas de que ahí hay algo.

Ahora puedes decir lo que quieras.

McDonald's cocina con uranio para ejercer control mental sobre las masas. Si alguien no está de acuerdo, o demuestra que ningún rastro de uranio se ha encontrado jamás en ningún producto de McDonald's, entonces es parte de la conspiración gubernamental o no ha leído la docena de historias.
El negocio de cargarse a McDonald's es ahora una empresa boyante. Las cien páginas se han convertido en mil, con diversas teorías sin sentido esparcidas por ahí. Si aparecen cuatrocientos estudios científicos que aseguran que McDonald's puede ser asqueroso, pero no es letal a corto plazo, no importa, porque hay un millar de páginas que aseguran que McDonald's mata a sus clientes. Lleva mucho rato repasarlas todas, pero al menos son más fáciles de leer que un paper técnico.

Ahora cualquiera que escuche "McDonald's asesinos" puede ir a Google y obtener miles de resultados. Todos esos sitios están conectados a todas las redes sociales, y casi que por definición, son gestionados por personas sin nada mejor que hacer, así que no paran de disparar más información para continuar el caso de El pueblo contra McDonald's. Los científicos que pasaron dos años buscando uranio en la comida de McDonald's han vuelto a sus otras investigaciones, y probablemente no pueden pasar diez horas al día en Facebook, así que el equilibrio mediático está claramente sesgado hacia la visión de McDonald's como empresa asesina. Incluso teclear "McDonald's no es malo a corto plazo" te lleva a gente que intenta refutar los "Asesinatos de McDonald's", y los argumentos científicos se encuentran con "existen dos mil ejemplos de que McDonald's mató a Jesucristo", o "McDonald's está gestionado por extraterrestres". Además, "siempre sacáis a relucir los mismos cuatrocientos estudios científicos, y uno de ellos tiene un error tipográfico en la página doce, que es el número de muertos por McDonald's, es que no veis la relación!?".

Además, los sitios que no forman parte del movimiento no importan, porque nadie que crea que McDonald's mata a la gente va a buscar en Google "McDonald's no mata a la gente", porque ya sabes, hay muchas cosas que no te matan, y la mayoría son aburridas. Lo que van a buscar son ejemplos de macdonalicidios, y encontraran una docena como poco, porque las leyes de la probabilidad obligan a que una docena de personas mueran en McDonald's o en sus inmediaciones, y esa docena parece un millón si viene de diferentes fuentes.


Esta es la fábula, que bajo el caleidoscopio de las emociones humanas, marca el largo y olvidado llanto del científico. Apoyar una posición racionalmente requiere abrirse voluntariamente a opiniones opuestas. Tener una opinión no es especialmente útil ni interesante, sinó que se convierte en útil e interesante cuando se examinan las pruebas contra ella, cuando se consideran las explicaciones alternativas y los contrargumentos, cuando se establece un criterio que nos permita cambiar de opinión si las pruebas nos lo indican. Pero "mi amigo está muerto" tiene mucho más punch, puede ser repetido hasta que tu interlocutor se duerma, y le recuerda lo indefensos que nos sentimos todos cuando alguien cercano se va para siempre. El deseo de importar en un universo indiferente, el deseo de enmendar lo irreparable, y el deseo de tener la razón en esto concretamente porque es importante nos abruman y nos hacen olvidar que algo creído ampliamente no tiene porqué ser verdad.


Y que conste, en realidad nunca* he comido en McDonald's.

diumenge, 2 de novembre del 2014

STORM

   El otro día llegó a mi buzón la adaptación al cómic de una pequeña maravilla de Tim Minchin llamada "Storm" que, si no habéis visto, os recomiendo desde ya.
   Después de leer, releer y pensar en el poema, derivé inevitablemente a un recuento de mis encuentros con Storms de diversa índole que he tenido que sufrir en cenas, comidas y otras reuniones donde elevamos nuestros espíritus con la ayuda del vino y en las que nos vemos obligados a socializar con desconocidos. Con muchas personas de mi círculo más cercano, las anécdotas sobre encuentros con este tipo de personajes también derivan, especialmente hacia los interrogantes que surgen sobre cómo argumentar racionalmente delante de unas premisas que a menudo carecen de cualquier elogio a la razón. Es complicado saber blandir el arma de la lógica ante una persona que no considera la lógica como un camino seguro hacia el conocimiento, especialmente porque el posicionamiento más común entre el irracionalismo es una especie de visión abstracta convenientemente modelada para que la ignorancia sobre un tema parezca algo de igual valor que el conocimiento preciso adquirido durante siglos de investigación sobre el mismo.

   En el mundo de la salud, es especialmente alarmante cómo personas de inteligencia han caído en esta trampa. No ayuda nada que la salud sea una preocupación primordial en nuestras vidas, o que el sistema capitalista permita las prácticas poco éticas de las empresas en este campo. El de la salud es un campo abonado para la aparición de supersticiones, chollos y negocios.

   Un jovencísimo amigo mio falleció hace dos años por un cáncer complicadísimo. Desde el principio, los médicos le dieron muy pocas esperanzas, y sufrió durante su último año más de lo que pueda imaginar. Aunque en muchos sentidos nos dio una lección a todos sobre cómo encarar un hecho así, en algún punto inevitablemente cedió a charlatanes y probó todo lo que pudo para intentar curarse. Un día, durante el ecuador de su enfermedad, compartíamos unas bebidas en mi terraza, y me dijo que iba a probar todos los tratamientos posibles, fueran rigurosos o absurdos. Me preguntó mi opinión, alguien pronunció el nombre de Deepak Chopra, y me encontré de repente en una difícil situación; debía animarlo a saltar ese vacío sabiendo que no le iba a servir de nada? Debía mentirle?   El caso es que decidí ser sincero, intentando por supuesto ponerme en todo momento en su lugar. No sé si algún día decidiré si hice bien o mal. Todavía me lo pregunto a menudo.

   El negocio pseudo científico en la medicina es algo demasiado peligroso como para tomarlo a la ligera, hay demasiada gente como Chopra viviendo del sufrimiento de los demás. Y nada mal, además. Deepak, concretamente, vive a lo grande. Con una fortuna estimada de 80 millones de dólares, es habitual que el más bien torcido y oxidado estilete de la New Age se muestre muy a la defensiva cuando se le mencionan sus ingresos; hace poco leí un twit suyo impagable en el que declaraba que "la gente espiritual no debería avergonzarse de ser rica". Por supuesto que no, Deepak, no son pocos los ricos, celebridades y políticos con poder que han comprado tu paquete entero de condescendiente mixtura de filosofía oriental, convenientemente embotellada para las clases medias y altas de occidente. Debes cuidar a tus clientes.

   Por supuesto, no tenemos porqué juzgarlo por tener una fortuna. El problema es cómo consiguió esa fortuna. Chopra es algo así como el líder de lo que podríamos llamar medicina holística, un movimiento que asegura estar basado en la idea de tratamiento dirigido a la persona, no sólo a la enfermedad. En la práctica, este tipo de medicina implica tipos de tratamientos que la medicina basada en el método científico desacredita. Las teorías, por llamarlas de alguna manera, que llegan desde esta postura son básicamente una extraña mezcolanza de filosofía oriental y ciencia moderna, donde a menudo se utilizan términos científicos totalmente fuera de contexto. Por ejemplo, en su libro Quantum Healing, Chopra asegura que ya que el entrelazamiento cuántico lo enlaza todo en el universo (sic), éste es responsable de la creación de la conciencia. No sé cómo llega a tan espectacular resolución, ni sé si ha realizado los cálculos debidos utilizando mecánica matriarcial o mecánica de ondas complejas, los dos lenguajes de la mecánica cuántica sin los cuales no existe la mecánica cuántica.

   Bueno, en realidad sí lo sé. Y tú también. Él mismo reconoce en una entrevista que lleva años usando el término cuántico com metáfora, como por ejemplo en uno de sus grandes éxitos: la curación cuántica (sic). Se trata de una supuesta habilidad de la conciencia de corregir espontáneamente errores.
   Cuando se le pregunta por el uso erróneo de terminología científica, Chopra suele decir que su definición de estas palabras difiere de la de los orígenes de la palabra, lo que significa directa e invariablemente que sus definiciones son falsas, lo que a su vez significa que Deepak está mintiendo.    Ignorar de esta manera la realidad del mundo natural para inventar propiedades del mismo es algo que precupa poco a sus seguidores, pero que entronca de manera espectacular con el ideal científico.  

   Mentir es exactamente lo contrario que hacer ciencia.

   Por supuesto, Chopra no es tonto, y sabe que el uso, aunque sea incorrecto, de palabros técnicos otorga a su discurso un halo de credibilidad, visible tan solo debido al analfabetismo científico de la mayoría de sus compradores. Las bizarras teorías expuestas por Chopra y sus colegas pueden ser un sinsentido absoluto, pero sería incorrecto asegurar que no ayudan a nadie. Existen testimonios de gente que asegura haber sido curada por la medicina alternativa cuando la científica falló. Y obviando que muchos de estos testimonios tengan importantes sesgos y fantasías varias, sí es cierto que la mayoría de éxitos de la medicina alternativa están relacionados con enfermeades centradas en la experiencia subjetiva del paciente, como la depresión, o el dolor crónico. Claro está que este tipo de dolencias tienen muchas más probabilidades de ser curadas o aliviadas por el efecto placebo. Siempre, sin excepción, oiremos casos de personas cuyo dolor desapareció mediante prácticas de medicina alternativa, nunca sobre alguien cuyo SIDA fue curado.

   Yo no creo que ayudar a gente con depresión o dolor crónico mediante placebos esté mal, pero existen otras maneras de conseguir el efecto con muchos menos daños colaterales. Darle a alguien una pastilla de azúcar es inofensivo. Pero crear un marco ideológico alrededor de ello que nubla la vista y el juicio de la gente no lo es. El mayor problema con los practicantes de medicina alternativa es que presentan todo aquello externo a sus prácticas como el enemigo, negando la utilidad de los estudios científicos como medida de la eficacia de un tratamiento. De nuevo, prefieren no mirar a la naturaleza y su comportamiento real para así apuntalar una creencia no demostrada, y a menudo indemostrable. Siempre he pensado que este hecho, en común con la religión y otras supersticiones, convierte a este movimiento en una especie de culto, en el mejor de los casos.

   Porque, sin ninguna duda, si algún practicante de este movimiento descubriera una nueva forma de curar a la gente, todos lo celebraríamos, pero también sería posible testar que el procedimiento funciona. Negando la validez del método científico y sus filtros, los curanderos alternativos se desprenden de cualquier tipo de responsabilidad. Los sentimientos y posturas anticientíficas detrás de la medicina alternativa están muy extendidos, y no es difícil encontrar entre sus seguidores posturas contrarias a la de la comunidad científica en otros temas, como por ejemplo el calentamiento global. Sería injusto no hacer notar que estas posturas merman el acceso al conocimiento de la gente, alimentan la ignorancia sobre temas de todo tipo y crean sufrimiento en enfermos que hablan con amigos en una terraza y cuya situación es dificilísima.

    Su ataque al avance de una descripción rigurosa del mundo natural es constante, y esto sólo es posible debido a la creencia, apoyada por los defensores de la medicina alternativa, la religión y cualquier otro negocio basado en el analfabetismo científico, de que el conocimiento es tan solo una opinión, de que el método científico está desprovisto de toda seguridad y de que su uso no es adecuado en algunos temas.

   No seamos condescendientes con tipos com Deepak Chopra. No seamos indulgentes. Aunque parezca que un poco de curación cuántica pueda ser benigna, contribuye a una atmósfera que daña al pensamiento crítico. Aunque nuestras Storms puedan parecer simpáticas y bien intencionadas, sus posturas no lo son.

dimarts, 3 de juny del 2014

CARTA ABIERTA AL AMIGO MAGUFO

   Quiero explicarte una historia que tiene que ver con nosotros. Porque tu y yo buscamos cosas similares. Compartimos preocupaciones y nos planteamos el mismo tipo de preguntas. Cuál es la naturaleza fundamental de la realidad, qué es verdad y qué no lo es. Qué tipo de rol es el de la humanidad en el cosmos. Y aunque vemos las cosas de maneras muy distintas, continúo cabezudamente optimista sobre el hecho de que mediante el debate y la discusión razonada podemos hacer progresos, por muy diferentes que sean nuestras visiones del mundo.

   Si te parece, empecemos en el pasado. Las supersticiones y lo que ahora llamamos ciencia tomaron cinco siglos atrás caminos diferentes. Antes, no existía distinción alguna entre la astrología y la astronomía, entre la alquímia y la química, o entre la religión y la filosofía. Las primeras fueron precisamente eso, primeros intentos de entender el mundo que por alguna razón no acababan de funcionar, así que ante la confusión sobre lo que era real y lo que no tuvimos que crear herramientas para discernir.  Ten en cuenta que si estuviéramos en aquellos tiempos, ni siquiera estaríamos hablando de esto, y este simple hecho representa un avance colosal para nuestra especie. Ahora podemos discutir si algo es real o no lo es. Es curioso pensar que antes de que nuestras herramientas de escrutinio de la realidad existieran, poca gente era capaz de plantearse algo tan sencillo.

   Resulta que al conjunto de estas herramientas hemos acabando llamándolo ciencia, una palabra que muchas veces se utiliza de manera grandilocuente, a veces se utiliza mal, y pocas veces bien. Y la razón es que la mayoría de la gente desconoce lo que es la ciencia. No deja de ser lamentable, porque vivimos en un mundo diseñado en muchos sentidos por nuestros conocimientos científicos, pero la ignorancia sobre lo que supone el hecho científico es mayoritaria.
   Verás, la ciencia no es una cosa, en realidad es un verbo. Cuando hacemos ciencia utilizamos una serie heterogénea de prácticas (herramientas) para obtener información. Empezamos a desarrollar técnicas y metodologías para adquirir conocimiento contrastable sobre el mundo de esta manera y lo seguimos haciendo actualmente. Habían habido incipientes intentos en la misma dirección mucho antes en diferentes partes del planeta, pero solemos considerar que hace unos cuatrocientos años se inició realmente la era de la ciencia porque fue entonces cuando sentamos las bases del método científico. Gracias a ellas hemos aprendido que la búsqueda del conocimiento es una empresa colectiva, y que la búsqueda debe realizarse con honestidad intelectual o no sirve de nada. Esto supone que debemos dejar de lado nuestros deseos e inclinaciones cuando nos disponemos a describir la realidad. Y haciéndolo, durante muchos años, inevitablemente hemos visto que éste conocimiento adquirido y contrastado es incompatible con algunas de las proposiciones que las creencias religiosas, místicas o culturales defienden.

   Puede que lo más importante que hayamos aprendido en estos 400 años es algo que ahora llamamos naturalismo; la idea de que existe una sola realidad natural independiente de nosotros mismos, que no hay separación alguna entre la naturaleza y lo sobrenatural (o dicho de otra manera, que lo sobrenatural no puede existir), y que el mundo se explica mediante una existencia material que podemos conocer y estudiar. Que somos parte del Universo y que nuestra posición no entiende de normas especiales, puesto que estamos regidos por las mismas leyes naturales que todo lo que vemos.

   Lo curioso es que llegamos finalmente a ésta conclusión dándonos cuenta de que no somos tan listos como creemos. Estamos constantemente mermados por sesgos de tipo cultural y cognitivo, lo que muy a menudo es difícil incluso de percibir. Tendemos a vivir de ilusiones y somos poco críticos ante los patrones que creemos ver, y que a menudo no están ahí de verdad. La respuesta de la ciencia ante esta confusión fue diseñar técnicas para someternos a nosotros mismos a chequeos de realidad para desenmascarar patrones falsos. Estos chequeos precisan de técnicas. Algunas son sencillas y otras necesitan de un entrenamiento durísimo.

    Una de ellas es el escepticismo, la necesidad de que ser el más duro crítico de tus teorías. Un porcentaje altísimo del trabajo de un investigador científico es el de buscar falsedades y errores en sus teorías favoritas. Es una manera contraintuitiva de hacer las cosas, incluso incómoda, pero su funcionamiento es extraordinario; nos ayuda a no caer presa de los espejismos, internos o externos.

   Otra técnica es el empirismo. Resulta que en algún punto también nos dimos cuenta de que tampoco somos lo suficientemente inteligentes como para entender el funcionamiento de las cosas simplemente pensando en ellas. Estamos obligados a salir ahí fuera y observar el mundo para conocerlo. Y lo que hemos conseguido ver mediante esta segunda herramienta es que los seres humanos no estamos separados de la naturaleza, que somos parte de ella y que el mundo natural es algo que debemos comprender lo mejor posible, cuidar lo mejor posible. Esto tampoco es algo obvio, así que como verás el naturalismo requiere no solo mucho entrenamiento, sinó además mucha humildad, porque es fácil perderse en nuestras percepciones.
   Por ejemplo, está claro que cuando hablas con alguien sabes que tiene pensamientos, sentimientos y que responde a tí. Pero está claro que si hablaras con un cadáver o con un palo encontrado en la calle no obtendrías esas mismas respuestas, así que no deja de ser algo normal pensar que un ser vivo posee algo que uno muerto o algo inerte no. Sea un espíritu, un alma que lo anima o algún tipo de fuerza vital. Y ahí está uno de los errores básicos, porque lo cierto es que esta idea nunca ha resistido un escrutinio riguroso; estás hecho de átomos, células y moléculas y el caso es que sabemos cómo se comportan. Las leyes que gobiernan el comportamiento de los átomos son comprendidas en su totalidad, aunque puedas oir por ahí que no. Si pones un átomo en esta u otra situación, un físico podrá decirte lo que hará acto seguido.

   Por eso, si crees que los átomos que forman tu cerebro y tu cuerpo actúan de manera diferente porque están formando a un ser vivo que los que forman una piedra o un camión, lo que estarás diciendo es que las leyes físicas son falsas, que necesitan ser alteradas a causa de la influencia de un espíritu o una energía mística. Podría ser que tuvieras razón, y aunque la posibilidad de que eso sea cierto es infinitesimal, la ciencia no puede descartarlo. Ser honesto con tu conocimiento es importante, pero aún lo es más ser honesto con tu ignorancia.
   La razón por la que a menudo no estamos de acuerdo es que no existe evidencia alguna para afirmar que hay un algo ahí, pero tu has decidido creer en ello. El marco explicatorio que obtenemos al asumir que absolutamente todo son átomos obedeciendo las leyes de los átomos es increíblemente fuerte, rico, elegante, y además, describe a la perfección el cosmos, pero tu has decidido ignorarlo.

   Podríamos ir más allá y hablar de cosmología moderna y el orígen del universo, de neurociencia y de lo que es la conciencia, pero irremediablemente voy a aburrirte dándole vueltas a lo mismo.
   Porque verás, el debate finalizó. Llegamos a una conclusión no hace mucho, y las pruebas para ella son abrumadoras.

   Lo que ha pasado es que el naturalismo ha vencido en el debate.

   Puedes visitar lecturas y clases de física, de biología, o de filosofía en cualquier lugar, y conocerás a un montón de gente cuya profesión es hacerse todas estas preguntas y divulgar una explicación rigurosa de la excitante naturaleza que tenemos en frente. Nadie menciona a dios, ni apela a una energía ilusoria, ni cree en sueños sobrenaturales nacidos de las noches más oscuras de la humanidad.  Todos aquellos y aquellas cuyo trabajo es explicar el mundo saben que la explicación naturalista es la única válida.

   Pero me temo que seguimos (y seguiremos) discutiendo porque la superstición religiosa y las creencias sobrenaturales te hablan por razones diferentes a las de explicar qué pasa en el mundo. Te cantan una canción primordial compuesta hace millones de años por unos primates llenos de miedo y confusión. Y la canción te gusta.
   Pero verás, la superstición es corrosiva. Enseña a la gente a estar satisfecha con no-explicaciones supernaturales y triviales y la ciega ante las bellísimas realidades que tenemos delante. Enseña a la gente a aceptar la autoridad, la revelación y la fe. La gente que gira hacia esas historias no lo hace porque las supersticiones expliquen cosas; lo hacen porque las creencias le dan un propósito, un significado a su existencia. Les dan un sentido de lo que es bueno y lo que es malo. Les dan esperanza, y la comodidad de esa sensación supera el hecho de que sea una sensación falsa. Así que entiendo que si quiero afirmar que la ciencia ha refutado a la superstición necesito explicarte lo que la ciencia tiene que decir sobre esos temas.

   Y en este punto tengo que decirte que hay buenas y malas noticias. Empezaré con las malas. Al Universo no le importamos. Todo él está formado por partículas elementales que carecen de inteligencia, juicio o sentido de lo que es malo o bueno. Y sí, es cierto; es fácil caer en la ansiedad existencial que la falta de propósito nos puede hacer sentir, pero aquí vienen las buenas noticias! Esa ansiedad y ese miedo son un error, porque existe otra opción. La opción de que nosotros mismos creamos el propósito, que el sentido de la vida está en nuestras manos. La opción de entender que si amas a alguien no es porque ese amor ha sido introducido en tí, sinó porque tú lo has creado, o que si eres bueno con alguien no es porque alguien o algo te ha dado las instrucciones para hacerlo, sino porque has escogido esa opción libremente.
 
   Estoy de acuerdo contigo en que este es un mundo aterrador a veces. Es normal que te afecten las cosas a un nivel profundo ante la realidad de que la naturaleza es indiferente, de que nadie está ahí para juzgarte cuando lo haces bien y perdonarte cuando la cagas. Pero también es profundamente liberador, y afrontar esa libertad es el reto más formidable que los dos tenemos delante. Porque podemos crear una vida que valga la pena ser vivida. La ciencia y sus técnicas son tan solo vías hacia el conocimiento, pero el conocimiento es poder. Nos da la capacidad de no quedarnos atorados y el poder de ser más libres.

   Nunca me topé con ningún dios, ni he visto ni sentido esa nube de energía improbable que pretendes que exista y en la que confías. Nunca ví espíritu alguno ni duendecillos en el bosque. Pero me he encontrado con muchos seres humanos, muchos de ellos maravillosos, otros no tanto, y tengo la certeza de que si aceptamos al Universo tal como es y no como quisiéramos que fuera, si somos honestos intelectualmente y no nos perdemos en historias y grandes promesas que prometen mucho pero dan poco, si nos acercamos a la realidad con una mente abierta y con humildad, entonces crearemos vidas mejores y más libres. Porque sí, toda esta historia trata de nosotros.

dilluns, 14 d’abril del 2014

PORQUÉ CREEMOS

   El psicólogo B.F Skinner fue el primero en estudiar sistemáticamente comportamientos supersticiosos en animales. En uno de sus experimentos, Skinner notó que al premiar con comida a unas palomas en intervalos al azar, en vez de hacerlo bajo normas más lógicas y predecibles (como tocar una tecla para recibir pienso inmediatamente), las aves exhibían un surtido de extraños de comportamientos, como saltos laterales o giros de 360 grados antes o después de tocar la misma tecla. Una danza de la lluvia aviar, vaya. Las palomas caían en esos comportamientos extraños porque estaban ante un esquema de intérvalo variable de refuerzo, en el que el tiempo entre pulsar una tecla y recibir comida variaba constantemente. En ese lapso entre picotear la tecla y recibir comida, lo que fuera que las aves hacían en ese momento se grababa en sus cerebros como patrones reales.
   Skinner notó que "cada respuesta se repetía casi en todos los casos en el mismo lugar de la jaula. El efecto del refuerzo de comportamiento pretendía condicionar al sujeto a responder a su entorno, no a ejetutar meros movimientos." Este comportamiento supersticioso se repetía con intensidad, durante unos quince segundos o más, con lo que Skinner concluyó que "el ave se comportaba como si existiera una relación causal entre su comportamiento y la aparición de comida, aunque la relación fuera falsa."

    Imagina que eres un homínido caminando por la sabana de un valle africano hace tres millones de años. Oyes un ruido entre la maleza. ¿Se trata del viento o de un depredador? Tu respuesta podría significar la vida o la muerte en unos segundos.
   Si asumes que el ruido es un peligroso depredador y resulta que tan solo es el viento, habrás incurrido en lo que se denomina tipo I de error cognitivo, un falso positivo, es decir, habrás creído que algo es real cuando no lo es. Has encontrado un patrón inexistente. Conectaste A (ruido en la maleza) con B (depredador a punto de atacar), pero en este caso A no estaba relacionado con B. Te alejas de la vegetación, durante unos minutos estás más atento y alerta y prosigues tu camino.
   Si asumes que el ruido en la vegetación es simplemente el viento haciendo bailar las hojas pero resulta que sí hay detrás de ellas un gran felino hambriento, habrás cometido un error cognitivo de tipo II, también llamado falso negativo. Lo que se resume en creer que algo no es real cuando sí lo es. En este caso, habrás fallado a la hora de ver el patrón real, porque esta vez A sí que estaba conectado a B. Ahora eres el almuerzo de alguien, y tus genes desaparecerán de la piscina genética homínida.

   Nuestros cerebros son máquinas de creer cosas, complicados órganos que básicamente reconocen patrones constantemente, que conectan puntos y crean significados en la realidad que observamos de la naturaleza. El jugador de fútbol que (A) no se afeita y (B) marca un gol es un ejemplo de falsa asociación entre puntos A y B, aunque es un ejemplo bastante inofensivo e inútil. Pero cuando la asociación es real, podemos decir que hemos aprendido algo del entorno en el que estamos, y es especialmente valioso en el caso de que gracias a ello podamos hacer predicciones que ayuden a nuestra supervivencia o reproducción. Somos descendientes de todos aquellos homínidos que en algún momento de la sabana, resultaron ser los más exitosos a la hora de encontrar patrones útiles. Este proceso se suele llamar aprendizaje por asociación, y está presente de manera fundamental en todos los animales, desde la Caenorhabditis elegans al Homo Sapiens. Michael Shermer lo llama Patternicity, algo así como Patronicidad, y lo resume como la tendencia a encontrar patrones con significado tanto del ruido con significado (depredador al acecho) como del ruido sin significado (viento).

   Por desgracia, no evolucionamos con un kit de detección de patrones sin significado, así que lo hicimos sin distinguir entre falsos y verdaderos patrones. No disfrutamos, en principio, de ningún proceso que gobierne la detección de patrones falsos o verdaderos para cada momento, y la razón de ello tiene que ver con los costes de cometer errores de tipo I o tipo II, que para la supervivencia son diametralmente opuestos. En resumen, la patronicidad ocurrirá siempre que el coste de un error de tipo I sea menor que el de uno de tipo II.
   Por supuesto, valorar la diferencia de un error tipo I y otro de tipo II es problemático, especialmente en un instante que ha de determinar si vivirás o morirás, así que evolutivamente la posición por defecto resulta ser la más conservadora; asumir que todos los ruidos en la maleza son peligros. El viejo por si acaso.
   Esta es la base para la evolución de todos los tipos de patronicidad, e incluye las supersticiones y el pensamiento mágico. Existió una selección natural del proceso cognitivo que asumía que todos los patrones eran reales y que todos ellos representaban fenómenos reales e importantes. Así que también somos descendientes de todos aquellos primates que más emplearon la patronicidad.

   Esto significa que la teoría de Shermer y otros psicólogos, biólogos y especialistas en evolución no indica porqué la gente cree cosas raras e ilógicas, sinó porqué la gente cree, sin más. Paternicidad es el proceso de buscar y encontrar patrones, conectar puntos A y B, y no es más que aprendizaje asociativo. Todos los animales lo hacen. Es la manera en que los organismos se adaptan al entorno cambiante, ya que la evolución trabaja lentamente. Los genes son seleccionados para esa misma adaptación, pero eso conlleva tiempo, generaciones de tiempo. Los cerebros aprenden, y pueden hacerlo casi instantáneamente. Aunque el reconocimiento de patrones verdadero nos ayuda a sobrevivir, un falso positivo no tiene porqué ser peligroso. Debido a nuestra necesidad de hacer asociaciones para sobrevivir y reproducirnos, la selección natural favoreció todas las estrategias asociativas, incluso aquellas que acababan siendo falsas. Es una manera sencilla de resumir que la gente cree cosas raras e ilógicas por nuestra necesidad de creer cosas reales.

   La asociación anecdótica y comportamiento supersticioso de las que se imbuyen religiones y todo tipo de otros negocios de la fe y la magia es una forma de patronicidad muy común en nuestro comportamiento. Si llevo esta camiseta hoy, el día me irá bien. El cáncer de un amigo remitió después de que comiera algas marinas. Quizá funcione! Bueno, y quizá no. Tan solo existe un método de reconocimiento de patrones a prueba de fuego, y como imaginarás se llama método científico. Tan solo cuando un grupo de pacientes tomando algas marinas se compare con un grupo de control podremos sacar conclusiones, e incluso eso puede no ser suficiente. Pero el método científico trabaja de la misma manera sea cual sea el perfil del problema; observamos, hacemos una suposición, la comprobamos experimentalmente, y sacamos conclusiones. El problema con el que nos enfretamos es que mientras la superstición y las creencias mágicas llevan con nosotros millones de años, nuestra observación de la naturaleza mediante la ciencia tan solo unos pocos cientos. El pensamiento anecdótico aparece de manera natural, y hacer ciencia requiere un duro entrenamiento que, al contrario que la superstición, sí ofrece resultados. Por eso mismo, ante tanta paloma bailando la danza de la lluvia, me resulta siempre difícil decidir si es más triste que comportamientos supersticiosos se presenten como alternativa a la razón, o que, debido a su enorme calado en nuestras sociedades, se suponga que debemos respetarlos.



Fuentes:
B.F Skinner "Superstition in the pigeon" Journal of the Experimental Analysis of Behaviour 38 (1948): 168-72
M. Shermer "The Believing Brain"
R. Dawkins "The God Delusion"














dijous, 10 d’octubre del 2013

MIS NUEVE PASOS

   Mirar atrás con la intención de resumir tu sabiduría y experiencia vital para comunicarlas es un ejercicio de vanidad y futilidad, y además corres el constante peligro de pasarte de listo; lo corres porque la magnitud de tu sabiduría suele ser menor de la que calculas, y el tiempo suele ridiculizar tus grandes y formadas opiniones. Así que contra toda lógica y con la ayuda del gran Tim Minchin he decidido repasar lo que para mi son las mejores maneras de pasar por este complejo, extraño y confuso mundo. De ninguna manera pretendo señalar el sentido de la vida, básicamente porque eso no existe. Creo firmemente, ante todas las evidencias, que buscarle sentido a la vida es como buscar rimas en un libro de cocina, pero resulta que dada mi profesión, he tenido a lo largo de los años a gente de todo tipo escuchando mis opiniones, lo que me ha dado un sentido inflado de importancia que me va a hacer ignorar, de momento, lo inútil de estas, mis nueve lecciones vitales. Puede que encuestres alguna de ellas inspiradoras, o puede que las encuentres aburridas, pero de todas maneras probablemente las habrás olvidado todas en unos días, así que ahí van.

1. No es necesario tener un sueño

   Puedes comprobar que todo el mundo habla de sus sueños. Hay cierto equipaje cultural que debemos soportar en este sentido. Me refiero a todas esas películas y concursos de talentos. Ya sabes de qué hablo.
   Si tienes algo que siempre has soñado hacer en el fondo de tu corazón y todo eso, vale, está bien, ve a por ello. Al fín y al cabo tendrás algo que hacer con tu tiempo, y si tu sueño es lo suficientemente grande te llevará la mayor parte de tu vida alcanzarlo y cuando finalmente lo hagas, observarás el abismo de la falta de sentido de tu logro y entonces estarás a punto de morir, así que no importará de todas maneras.
   Personalmente, nunca tuve uno de esos sueños. Más bien soy partidario de una dedicación apasionada a objetivos a corto plazo. Se microambicioso. Agacha la cabeza y trabaja con orgullo en lo que se te ponga delante; nunca sabrás dónde puedes acabar. Por eso debes tener cuidado con los objetivos a largo plazo, la mayoría de las veces te impiden ver esa cosa brillante y fascinante que tienes enfrente.

2. No busques la felicidad

   Más metáforas. Verás, la felicidad es como un orgasmo; si piensas demasiado en ella, desaparece. Mantente ocupado y trata de hacer a alguien feliz, de esa manera posiblemente disfrutes de los efectos secundarios que ello conlleva. La realidad es que no hemos evolucionado para estar constantemente contentos u ociosos. Al Contentus Australophitecus Afarensis se lo comieron mucho antes de poder trasmitir sus genes.

3. Recuerda, todo es azar.

   Tienes suerte de estar aquí. Lo improbable de tu nacimiento es fácilmente calculable, así que puedes empezar por preguntarte porqué tú, de entre millones de otros espermatozoides, consiguió entrar en el óvulo. Nosotros, los que vivimos, somos los suertudos, especialmente si nos comparas con el número de gente que nunca nació. Tienes suerte de haber nacido en una familia que te facilitó las cosas más básicas, que te dio oportunidades y te ayudó. Y si naciste en una familia horrible y sufriste abusos o la salud no te acompañó, tuviste mala suerte y tienes mis simpatías, pero aún y así eres un suertudo. Tuviste suerte de la casualidad de estar hecho del tipo de ADN que hizo el tipo de cerebro que, puesto en horribles situaciones, toma las decisiones que te ayudaron a salir de todo eso.
   En el plano personal, supongo que trabajé duro para poder llegar a los dudosos méritos a los que he llegado, pero yo no hice la parte de mí que trabaja duro, ni la que se estira en el sofá cuando tiene trabajo que hacer. Comprender que no puedes en realidad aceptar al cien por cien el crédito por tus éxitos ni culpar a otros por tus fracasos te hará más humilde y compasivo. La empatía es intuitiva, pero también es algo que puedes trabajar intelectualmente.

4. Ejercítate

   Lo siento por todos esos pálidos fumadores y libre pensadores que gozan riéndose de los corredores del parque ataviados en ridículos pantalones de ciclista, pero son ellos los que tienen razón, no vosotros. La cosa va más o menos así; corres, así que duermes bien, así que no te agobias por la agonía existencial que te ataca a diario. Haz deporte, haz yoga, levanta pesas o lo que sea, pero cuida tu cuerpo. Lo vas a necesitar. Si vivies en el primer mundo vas a vivir probablemente muchos años, e incluso siendo el más pobre de tu calle vas a llegar a un nivel de riqueza que la mayoría de humanos a través de la historia no podía soñar. Lo gracioso es que esta larga vida probablemente te va a deprimir. Pero no te desesperes! Hay una correlación inversa directa entre la depresión y el ejercicio físico, así que corred, corred bellos fumadores.

5. Se duro con tus opiniones

   Una de las piezas populares más conocidas es aquella que asegura que las opiniones son como los anos, y que todo el mundo tiene una/o. Hay una gran cantidad de sabiduría en esta afirmación, pero cabría añadir que las opiniones y los anos difieren en gran medida entre ellos. No es algo trivial, y realmente la conclusión natural de todo ello es que tanto las opiniones como las cavidades corporales deberían ser profusamente y constantemente examinadas.
   Debemos ser críticos, y no solamente con las ideas de los demás. Se duro con tus creencias. Se riguroso intelectualmente. Identifica tu parcialidad, prejuicios y privilegios. La mayoría de discusiones de la sociedad se mantienen gracias a la falta de matices del conocimiento general.  Tendemos, como conjunto, a generar falsas dicotomías, y solemos entonces intentar discutir sobre todas ellas señalando razones totalmente diferentes, a menudo consiguiendo un gran sin sentido, como dos equipos de fútbol jugando en diferentes campos adyacentes. Y ya que estamos aquí, una cosa más: no comentamos el error de pensar que las ciencias y las artes son contradictorias y no pueden convivir. Esta es una idea reciente, estúpida y dañina. No tienes que ser supersticioso o acientífico para crear arte maravilloso, para escribir cosas bellas. No necesitas odiar la tecnología para ser un gran poeta o preocuparte por el estado del planeta y disfrutar de su belleza. No tienes porqué imaginar que posees un alma para promover la compasión y el amor. La ciencia no es un conocimiento en sí o un sistema de creencias, sino un término que utilizamos para describir nuestra creciente comprensión del funcionamiento de la naturaleza a través de la observación. La herramienta de la ciencia mola, y mola mucho. Las artes y las ciencias son diferentes formas de conocimiento, y deben trabajar juntas para mejorar la manera en la que ese conocimiento es transmitido a los que vienen detrás.

6. Conviértete en un maestro

   Los maestros y maestras son en buena medida las personas más admirables e importantes del mundo. Lo sé porque mi madre es una de ellas, y porque he tenido maestros y maestras de todo tipo, como tú. Si te decides a hacerlo, no tienes porqué hacerlo toda tu vida, pero si tienes dudas sobre qué hacer con tu vida, sé un gran maestro. Y si no te ves como maestro, aún y así se un maestro: comparte tus ideas, no des por sentada tu educación, regocjítate en aquello que aprendes, y espárcelo.

7. Defínete según aquello que amas

   De vez en cuando me sorprendo haciendo algo deleznable. Cuando alguien me pregunta si me gusta tal cosa o tal otra, suelo responder cosas del tipo "no acabo de pillarle la gracia a la mostaza", o "las letras del hip hop me parecen sexistas". Puedes comprobar que todo el mundo lo hace, especialmente on line. La gente suele pensar que pertenecer a una subcultura es odiar a Love Of Lesbian, u odiar el fútbol, o el feminismo. Esta tendencia a definirnos a nosotros mismos a partir de aquello que odiamos es a lo que me refiero. Puede que no esté mal del todo, pero por favor, intenta también expresar tu pasión por aquello que amas. Se demostrativo y generoso en tu descripción de las cosas que admiras. Di gracias con una sonrisa, levántate del asiento aplaudiendo si te ha gustado la obra, se pro-algo, no anti-algo.

8. Respeta a aquellos con menos poder que tú

   He tomado algunas decisiones importantes sobre la gente con la que trabajo basadas en gran medida en cómo esa gente trataba a camareros, por ejemplo. Me importa muy poco si eres el más importante de la reunión, te juzgaré dependiendo de cómo tratas a los que están, momentáneamente o no, por debajo de ti.

9. No te precipites

   No tienes porqué saber qué hacer con el resto de tu vida. No quiero decir que debas estar estirado todo el día fumando y rascándote la panza, pero sobre todo no te agobies. Hay un montón de gente ahí fuera que estaba segurísima de su opción vital a los 20 años que está pasando la crisis de la mediana edad.

   Como te decía al principio, no creo que la vida tenga sentido alguno. No pretendía ser ligero. Creo que la búsqueda de propósito es absurda en una situación como la nuestra, que existe casualmente desde hace 13.800 años por una serie de eventos aleatorios. Y sin embargo no soy un nihilista, ni siquiera un cínico. De hecho, y aunque mi hermana no creerá lo que estoy diciendo, soy algo romántico. Así que aquí tienes mi idea de romance:
   Vas a morir pronto. La vida parece a veces dura y larga, y siempre nos cansa. Algunas veces serás feliz y otras no, y finalmente envejecerás y te morirás. Tan solo existe una cosa sensata que hacer con esta existencia vacía, y eso es llenarla. Y en mi opinión, al menos hasta que la cambie, la mejor manera de hacerlo es aprender todo lo que puedas, hacer algo que te haga sentir orgulloso, ser comprensivo, compartir ideas, correr, ser entusiasta. También está la comida, los viajes, el vino y el sexo, y el arte y escalar montañas, pero todo eso ya lo sabes.

   Es algo increíblemente excitante esta vacía existencia nuestra. Buena suerte.