diumenge, 4 de gener del 2015

EL SESGO MACDONALIANO

Aviso: Este es un texto autobiográfico en forma de fábula que, como todas las fábulas, tiene una moraleja final. El autor tiende a exagerar cosas, así que os indicaré con un asterisco (*) los momentos en que la exageración sea flagrante.



Yo nunca como en McDonald's, por la sencilla razón de que su comida es asquerosa*. Esta no es la explicación que doy a la gente cuando surge el tema, porque sé que responderán "no es asquerosa" y como sabéis este es un argumento difícil de contrarrestar con lógica. En vez de eso, suelo decir "Estuve dos veces en McDonald's hace tiempo y la comida me sentó mal las dos veces". Este es un hecho real, y aunque no lo fuera, conseguiría callar la boca a mi interlocutor si la dijera con suficiente convicción. Es un conveniente hecho histórico que me ayuda a evitar comer en McDonald's tantas veces como me sea necesario.

Lo que no quita que sea un mal argumento. Para empezar, es un argumento por anécdota, así que no es realmente un argumento, porque la evidencia de algo supuestamente ocurrido a alguien una vez, incluso dos, no es una fuente fiable de información. Por otra parte, su falta de validez no impide que el hecho sea propagado; estoy seguro de que al menos una persona a la que le he comunicado mis indigestiones macdonalianas ha pasado el mensaje a otra. "Conozco a uno que se intoxicó comiendo en McDonald's, dos veces", y probablemente, conociendo cómo mutan los mensajes con cada pareja emisor-receptor que añadas, la cosa puede haber acabado en "Sabes lo de ese tio que entró en un McDonald's y murió en el baño después de comer, y todo por culpa de la comida?".

He escuchado cosas más absurdas sobre mejores restaurantes.

Incluso si reuniera las pruebas médicas de mis dos indigestiones allí, mi argumento sería un mal argumento. Los humanos somos por lo general malos en estadística, incluso en su forma más sencilla, así que a todo aquel con el que hable del tema le parecerá bien que yo no coma nunca más en McDonald's, porque entenderá que he sopesado los pros y contras de mis posibles visitas allí y tomado una decisión sensata. Y ciertamente la tomé, porque el olor de un restaurante McDonald's siempre* me ha provocado nauseas instantáneas*, incluso antes de mis dos accidentes digestivos, hasta el punto que la mera visión del logo corporativo de la cadena me provoca desasosiego*. Así que lo que digo a menudo es "comí dos veces en McDonald's y ambas sufrí indigestión", dejando implícito en el mensaje que McDonald's siempre me provocará indigestión, debido a alguna calidad intrínseca de su comida.

Esto tampoco se sostiene ante un escrutinio serio. Por ejemplo, no recuerdo qué comí exatamente durante los días anteriores y posteriores a mis indigestiones, ni sé cómo estaba de salud por entonces, ni sé si las indigestiones se debieron a algún tipo de alergia o bichito estomacal. No comprobé la posibilidad de que contrajera alguna enfermedad durante esos días que no tuviera nada que ver con McDonald's, e incluso si todas estas cosas dieran negativo, y la comida de McDonald's fuera realmente lo que me produjo el malestar, seguiría sin suficientes datos para concluir que siempre que vaya a McDonald's enfermaré. El hecho de que me sintiera mal dos veces en dos visitas me convierte bien en un caso muy extraño estadísticamente, o en alguien con aversión física a algún producto usado en lo que repetidamente McDonald's se empeña en llamar comida. Como McDonald's es repugnante de todas maneras, el mundo nunca lo sabrá.


Hechos y estadísticas a parte, mi historia suele acarrear una cantidad de peso absurdo en cualquier conversación que tenga sobre el tema, simplemente porque algo pasó. Es curioso porque el (mucho más poderoso) hecho de que millones de personas coman allí cada día sin consecuencias aparentes en sus visitas al lavabo nunca* me ha sido presentado como contrargumento, y eso es porque es algo aburrido. A esos millones de personas no les ha pasado nada. Ni siquiera recuerdan las estadísticas de sus visitas a McDonald's que no les provocaron indigestiones, así que no tienen una buena anécdota. Yo gano.


Este ejemplo de lubricante social me ayuda a no comer donde no quiero y a reducir el tiempo de toma de decisiones a la hora de no ir a McDonald's. Es bastante inofensivo, y estoy seguro de que una empresa modélica* como McDonald's no sufre injustamente por mi pequeña trampa.

Ahora, pongamos por caso que fui a McDonald's con mi mejor* amigo, resistí las nauseas* al entrar, pedí un agua y mientras él sí comía algo, yo iba repitiendo comentarios sobre su pobre elección alimentaria hasta que se hartó, fue al baño un momento y murió allí. En este caso quiero pensar que intentaría ser racional, soportaría el dolor de la pérdida y consideraría que cualquier cosa que comió antes podría haberlo matado, que igual era susceptible a algo que yo ignoraba, o podría pensar en el otro millón de posibilidades. Me gusta pensar que haría todo eso, al menos después de denunciar al restaurante y declarar mis otras dos indigestiones en un supuesto juicio por daños y perjuicios, donde el abogado defensor de la cadena sacaría a relucir la debilidad de mi argumento por anécdota. Ganara o perdiera, casi cualquiera vería como algo moralmente reprobable que ese abogado sacara a relucir tal debilidad lógica. Al fin y al cabo mi amigo estaría muerto y la empresa que le paga es aquerosamente rica.

Pero entonces empiezaría de verdad.

McDonald's ha matado a mi mejor* amigo. Empiezo una campaña contra McDonald's. Utilizo mis dos indigestiones y la pérdida de mi ser amado* como punta de lanza contra ellos. Cómo pueden vender comida que puede matar a gente? Comienzo a coleccionar miles* de historias de otras víctimas de McDonald's, y descubro que hay otros casos de muertes. Recojo sus historias, abro una web y pido dinero para la causa. Mi documental "McDonald's: La verdad" obtiene 7 millones de visionados en Youtube los primeros seis meses. Surgen tantos ejemplos de gente comiendo en McDonald's y muriendo que el público comienza a preguntarse "Cómo pudo McDonald's matar a toda esa gente?". Poco después subgrupos de mi movimiento se forman y afirman que los gobiernos en la sombra utilizan McDonald's para controlar la población.

En este punto, la autopsia ha determinado de manera concluyente que mi amigo tenía un defecto en el corazón y que la botella de Jaggermeister ingerida en su totalidad la noche anterior provocó una cadena de acontecimientos en su cuerpo que acabó con su muerte, pero eso ya no importa. Otras personas han muerto de manera parecida después de comer en McDonald's. Algunos superaban los 80 años! Está el gobierno haciendo desaparecer a la gente mayor para no tener que pagar pensiones en un escenario económico tan difícil como el actual? Yo no lo sé! Tú lo sabes? Mira los hechos!

Ahora entras en internet. Existe ya un centenar de páginas llenas de anécdotas sobre gente con dolor de barriga en McDonald's. Necesitas una docena de historias reales, cada una de ellas de dos o tres páginas de longitud, porque media hora de investigación en internet es todo lo que alguien está dispuesto a perder para formarse una opinión. Repostea esas historias en todas las páginas. No te olvides de tu documental. Repostéalo en Facebook cada semana. Con esa puerta abierta, mucha gente que haya leído seis o siete historias estarán razonablemente convencidas de que ahí hay algo.

Ahora puedes decir lo que quieras.

McDonald's cocina con uranio para ejercer control mental sobre las masas. Si alguien no está de acuerdo, o demuestra que ningún rastro de uranio se ha encontrado jamás en ningún producto de McDonald's, entonces es parte de la conspiración gubernamental o no ha leído la docena de historias.
El negocio de cargarse a McDonald's es ahora una empresa boyante. Las cien páginas se han convertido en mil, con diversas teorías sin sentido esparcidas por ahí. Si aparecen cuatrocientos estudios científicos que aseguran que McDonald's puede ser asqueroso, pero no es letal a corto plazo, no importa, porque hay un millar de páginas que aseguran que McDonald's mata a sus clientes. Lleva mucho rato repasarlas todas, pero al menos son más fáciles de leer que un paper técnico.

Ahora cualquiera que escuche "McDonald's asesinos" puede ir a Google y obtener miles de resultados. Todos esos sitios están conectados a todas las redes sociales, y casi que por definición, son gestionados por personas sin nada mejor que hacer, así que no paran de disparar más información para continuar el caso de El pueblo contra McDonald's. Los científicos que pasaron dos años buscando uranio en la comida de McDonald's han vuelto a sus otras investigaciones, y probablemente no pueden pasar diez horas al día en Facebook, así que el equilibrio mediático está claramente sesgado hacia la visión de McDonald's como empresa asesina. Incluso teclear "McDonald's no es malo a corto plazo" te lleva a gente que intenta refutar los "Asesinatos de McDonald's", y los argumentos científicos se encuentran con "existen dos mil ejemplos de que McDonald's mató a Jesucristo", o "McDonald's está gestionado por extraterrestres". Además, "siempre sacáis a relucir los mismos cuatrocientos estudios científicos, y uno de ellos tiene un error tipográfico en la página doce, que es el número de muertos por McDonald's, es que no veis la relación!?".

Además, los sitios que no forman parte del movimiento no importan, porque nadie que crea que McDonald's mata a la gente va a buscar en Google "McDonald's no mata a la gente", porque ya sabes, hay muchas cosas que no te matan, y la mayoría son aburridas. Lo que van a buscar son ejemplos de macdonalicidios, y encontraran una docena como poco, porque las leyes de la probabilidad obligan a que una docena de personas mueran en McDonald's o en sus inmediaciones, y esa docena parece un millón si viene de diferentes fuentes.


Esta es la fábula, que bajo el caleidoscopio de las emociones humanas, marca el largo y olvidado llanto del científico. Apoyar una posición racionalmente requiere abrirse voluntariamente a opiniones opuestas. Tener una opinión no es especialmente útil ni interesante, sinó que se convierte en útil e interesante cuando se examinan las pruebas contra ella, cuando se consideran las explicaciones alternativas y los contrargumentos, cuando se establece un criterio que nos permita cambiar de opinión si las pruebas nos lo indican. Pero "mi amigo está muerto" tiene mucho más punch, puede ser repetido hasta que tu interlocutor se duerma, y le recuerda lo indefensos que nos sentimos todos cuando alguien cercano se va para siempre. El deseo de importar en un universo indiferente, el deseo de enmendar lo irreparable, y el deseo de tener la razón en esto concretamente porque es importante nos abruman y nos hacen olvidar que algo creído ampliamente no tiene porqué ser verdad.


Y que conste, en realidad nunca* he comido en McDonald's.