diumenge, 2 de novembre del 2014

STORM

   El otro día llegó a mi buzón la adaptación al cómic de una pequeña maravilla de Tim Minchin llamada "Storm" que, si no habéis visto, os recomiendo desde ya.
   Después de leer, releer y pensar en el poema, derivé inevitablemente a un recuento de mis encuentros con Storms de diversa índole que he tenido que sufrir en cenas, comidas y otras reuniones donde elevamos nuestros espíritus con la ayuda del vino y en las que nos vemos obligados a socializar con desconocidos. Con muchas personas de mi círculo más cercano, las anécdotas sobre encuentros con este tipo de personajes también derivan, especialmente hacia los interrogantes que surgen sobre cómo argumentar racionalmente delante de unas premisas que a menudo carecen de cualquier elogio a la razón. Es complicado saber blandir el arma de la lógica ante una persona que no considera la lógica como un camino seguro hacia el conocimiento, especialmente porque el posicionamiento más común entre el irracionalismo es una especie de visión abstracta convenientemente modelada para que la ignorancia sobre un tema parezca algo de igual valor que el conocimiento preciso adquirido durante siglos de investigación sobre el mismo.

   En el mundo de la salud, es especialmente alarmante cómo personas de inteligencia han caído en esta trampa. No ayuda nada que la salud sea una preocupación primordial en nuestras vidas, o que el sistema capitalista permita las prácticas poco éticas de las empresas en este campo. El de la salud es un campo abonado para la aparición de supersticiones, chollos y negocios.

   Un jovencísimo amigo mio falleció hace dos años por un cáncer complicadísimo. Desde el principio, los médicos le dieron muy pocas esperanzas, y sufrió durante su último año más de lo que pueda imaginar. Aunque en muchos sentidos nos dio una lección a todos sobre cómo encarar un hecho así, en algún punto inevitablemente cedió a charlatanes y probó todo lo que pudo para intentar curarse. Un día, durante el ecuador de su enfermedad, compartíamos unas bebidas en mi terraza, y me dijo que iba a probar todos los tratamientos posibles, fueran rigurosos o absurdos. Me preguntó mi opinión, alguien pronunció el nombre de Deepak Chopra, y me encontré de repente en una difícil situación; debía animarlo a saltar ese vacío sabiendo que no le iba a servir de nada? Debía mentirle?   El caso es que decidí ser sincero, intentando por supuesto ponerme en todo momento en su lugar. No sé si algún día decidiré si hice bien o mal. Todavía me lo pregunto a menudo.

   El negocio pseudo científico en la medicina es algo demasiado peligroso como para tomarlo a la ligera, hay demasiada gente como Chopra viviendo del sufrimiento de los demás. Y nada mal, además. Deepak, concretamente, vive a lo grande. Con una fortuna estimada de 80 millones de dólares, es habitual que el más bien torcido y oxidado estilete de la New Age se muestre muy a la defensiva cuando se le mencionan sus ingresos; hace poco leí un twit suyo impagable en el que declaraba que "la gente espiritual no debería avergonzarse de ser rica". Por supuesto que no, Deepak, no son pocos los ricos, celebridades y políticos con poder que han comprado tu paquete entero de condescendiente mixtura de filosofía oriental, convenientemente embotellada para las clases medias y altas de occidente. Debes cuidar a tus clientes.

   Por supuesto, no tenemos porqué juzgarlo por tener una fortuna. El problema es cómo consiguió esa fortuna. Chopra es algo así como el líder de lo que podríamos llamar medicina holística, un movimiento que asegura estar basado en la idea de tratamiento dirigido a la persona, no sólo a la enfermedad. En la práctica, este tipo de medicina implica tipos de tratamientos que la medicina basada en el método científico desacredita. Las teorías, por llamarlas de alguna manera, que llegan desde esta postura son básicamente una extraña mezcolanza de filosofía oriental y ciencia moderna, donde a menudo se utilizan términos científicos totalmente fuera de contexto. Por ejemplo, en su libro Quantum Healing, Chopra asegura que ya que el entrelazamiento cuántico lo enlaza todo en el universo (sic), éste es responsable de la creación de la conciencia. No sé cómo llega a tan espectacular resolución, ni sé si ha realizado los cálculos debidos utilizando mecánica matriarcial o mecánica de ondas complejas, los dos lenguajes de la mecánica cuántica sin los cuales no existe la mecánica cuántica.

   Bueno, en realidad sí lo sé. Y tú también. Él mismo reconoce en una entrevista que lleva años usando el término cuántico com metáfora, como por ejemplo en uno de sus grandes éxitos: la curación cuántica (sic). Se trata de una supuesta habilidad de la conciencia de corregir espontáneamente errores.
   Cuando se le pregunta por el uso erróneo de terminología científica, Chopra suele decir que su definición de estas palabras difiere de la de los orígenes de la palabra, lo que significa directa e invariablemente que sus definiciones son falsas, lo que a su vez significa que Deepak está mintiendo.    Ignorar de esta manera la realidad del mundo natural para inventar propiedades del mismo es algo que precupa poco a sus seguidores, pero que entronca de manera espectacular con el ideal científico.  

   Mentir es exactamente lo contrario que hacer ciencia.

   Por supuesto, Chopra no es tonto, y sabe que el uso, aunque sea incorrecto, de palabros técnicos otorga a su discurso un halo de credibilidad, visible tan solo debido al analfabetismo científico de la mayoría de sus compradores. Las bizarras teorías expuestas por Chopra y sus colegas pueden ser un sinsentido absoluto, pero sería incorrecto asegurar que no ayudan a nadie. Existen testimonios de gente que asegura haber sido curada por la medicina alternativa cuando la científica falló. Y obviando que muchos de estos testimonios tengan importantes sesgos y fantasías varias, sí es cierto que la mayoría de éxitos de la medicina alternativa están relacionados con enfermeades centradas en la experiencia subjetiva del paciente, como la depresión, o el dolor crónico. Claro está que este tipo de dolencias tienen muchas más probabilidades de ser curadas o aliviadas por el efecto placebo. Siempre, sin excepción, oiremos casos de personas cuyo dolor desapareció mediante prácticas de medicina alternativa, nunca sobre alguien cuyo SIDA fue curado.

   Yo no creo que ayudar a gente con depresión o dolor crónico mediante placebos esté mal, pero existen otras maneras de conseguir el efecto con muchos menos daños colaterales. Darle a alguien una pastilla de azúcar es inofensivo. Pero crear un marco ideológico alrededor de ello que nubla la vista y el juicio de la gente no lo es. El mayor problema con los practicantes de medicina alternativa es que presentan todo aquello externo a sus prácticas como el enemigo, negando la utilidad de los estudios científicos como medida de la eficacia de un tratamiento. De nuevo, prefieren no mirar a la naturaleza y su comportamiento real para así apuntalar una creencia no demostrada, y a menudo indemostrable. Siempre he pensado que este hecho, en común con la religión y otras supersticiones, convierte a este movimiento en una especie de culto, en el mejor de los casos.

   Porque, sin ninguna duda, si algún practicante de este movimiento descubriera una nueva forma de curar a la gente, todos lo celebraríamos, pero también sería posible testar que el procedimiento funciona. Negando la validez del método científico y sus filtros, los curanderos alternativos se desprenden de cualquier tipo de responsabilidad. Los sentimientos y posturas anticientíficas detrás de la medicina alternativa están muy extendidos, y no es difícil encontrar entre sus seguidores posturas contrarias a la de la comunidad científica en otros temas, como por ejemplo el calentamiento global. Sería injusto no hacer notar que estas posturas merman el acceso al conocimiento de la gente, alimentan la ignorancia sobre temas de todo tipo y crean sufrimiento en enfermos que hablan con amigos en una terraza y cuya situación es dificilísima.

    Su ataque al avance de una descripción rigurosa del mundo natural es constante, y esto sólo es posible debido a la creencia, apoyada por los defensores de la medicina alternativa, la religión y cualquier otro negocio basado en el analfabetismo científico, de que el conocimiento es tan solo una opinión, de que el método científico está desprovisto de toda seguridad y de que su uso no es adecuado en algunos temas.

   No seamos condescendientes con tipos com Deepak Chopra. No seamos indulgentes. Aunque parezca que un poco de curación cuántica pueda ser benigna, contribuye a una atmósfera que daña al pensamiento crítico. Aunque nuestras Storms puedan parecer simpáticas y bien intencionadas, sus posturas no lo son.