divendres, 26 de juny del 2015

ALGO DE QUÍMICA


    Una reciente encuesta realizada sobre la población española señaló que desde el año 2010, la percepción social de la ciencia había aumentado favorablemente casi un 20 por ciento. La población consideraba también la labor de los científicos positivamente, en los puestos más altos de la lista de las profesiones mejor vistas. Esto no debería sorprender demasiado, pero sí el siguiente dato; casi un 90 por ciento de los encuestados reconocía que su educación científica era mala o muy mala. No hay que saber qué es una suma de Riemann para reconocer en este escenario un caldo de cultivo preocupante. Como solía decir Carl Sagan, la triste realidad es que vivimos en una sociedad altamente dependiente de la ciencia y la tecnología, pero casi nadie sabe nada de ciencia y tecnología. Aún más si tenemos en cuenta las bases del ideal científico, atribuídas a Sócrates y que dicen aquello de que la búsqueda de conocimiento es una empresa colectiva. Ya sabes, lo contrario de lo que tenemos delante.
   
   Que la gente confíe en la ciencia sin saber casi nada de ella (a parte de que ha creado esos útiles GPS), es una receta para el desastre. Porque las marcas, los publicistas y todo un movimiento anti-ciencia lo saben. Y explotan la ignorancia de la gente. No hay nada más fácil que poner a un actor con bata blanca en la pantalla asegurando que tal producto mata los gérmenes. O hacer creer que la leche fermentada con L.Casei ayuda a tus defensas. O poner la palabra quantum en el nombre de unas pastillas para lavar la ropa o los platos (!). Lo tienen demasiado fácil. Ceder el conocimiento y sus métodos a aquellos que están, por la razón que sea, en el poder, es cederles el arma más poderosa que hemos creado como especie.

   La cosa es peor cuando entramos en el tema de la salud y/o la alimentación, donde todo el mundo parece tener una opinión, normalmente errónea, aunque casi nadie sepa porqué la repite. Es especialmente aterrador el uso que se hace de la química en estos ámbitos, porque la mayoría de opiniones denotan un desconocimiento flagrante de los principios más básicos de este campo. No estoy hablando de que sea necesario tener un gran nivel de conocimientos para darse cuenta de las tonterías que se dicen; es suficiente abrir un libro de texto de bachillerato para desmontar ciertos discursos. Y como es tan fácil, pues nada, aquí tenéis cinco puntos que espero os sirvan a la hora de enfrentaros a esa molesta ignorancia voluntaria de algunos.




1. Todo está hecho de químicos

   Aunque mucha gente tenga dificultades para entenderlo, este concepto no podría ser más simple: toda la materia está hecha de químicos. Tu cuerpo está hecho de sustancias químicas. Toda la comida que ingerimos (también la orgánica) está hecha de químicos. Los remedios herbales están hechos de químicos. Así que cuando alguien afirma algo como "No vacuno a mis hijos porque no quiero que se les inyecte químicos" no hace más que demostrar su falta de conocimiento, y puedes estar seguro o segura de que no sabe de lo que está hablando.

   Una vida "libre de químicos" es absolutamente imposible. Puede que llegaras a sobrevivir un par de minutos sin químicos, y a partir de ahí la falta de oxígeno (un elemento químico) te mataría. Ahora mismo estás inspirando dioxígeno y tu cuerpo está utilizando ése químico como aceptor de electrones para hacer funcionar un proceso llamado respiración celular. Este proceso toma carbohidratos (como por ejemplo, la glucosa, que es también una sustancia química) de tu comida y los rompe para liberar dióxido de carbono (otra más), agua (la molécula química más importante para la vida junto al carbono) y la energía almacenada en el trifosfato de adenosina (ATP). Es este ATP el que sirve de combustible para tu cuerpo.
   El proceso involucra también numerosas encimas y aceptores de electrones como la acetil co-A y la nicotinamida adenina dinucleótida (NAD), todos ellos también sustancias químicas. Aunque todos estos nombres sean difíciles de pronunciar, espero que estés pillando la idea; eres una máquina bioquímica y cada cosa que haces está conducida por reacciones químicas dentro de tu cuerpo. Incluso leer este artículo está cuasando reacciones químicas diversas en tu sistema nervioso que te permiten procesar la información. Tú y todo lo que existe en nuestro maravilloso planeta está hecho de químicos, y ni tú ni nada en él podría existir sin ellos.

   Tampoco está de más hacer notar que el número de letras del nombre de un químico no es indicador de su toxicidad. Internet está plagado de tácticas bastante patosas que tienen que ver con temer una substancia a partir de su nombre. Existe un personaje abyecto en Estados Unidos que se ha hecho de oro predicando productos ecológicos (sobre los que tiene comisión) y que es famosa por proclamar que nadie debería comer nada cuyo nombre suene raro. La cosa es cómica en tantos sentidos que lo voy a dejar ahí, pero si quieres reir un rato pásate por aquí.

   Podrías pensar que el retinal, la cianocobalamina, el ácido absórbico o el ergocalciferol son cosas chungas, pero en realidad no son más que las vitaminas A, B, C y D en sus formas más comunes. De manera similar, todo lo que está vivo (y virtualmente todo lo que comemos) contiene ácido desoxirribonucleico, más conocido como ADN, que aunque suene mal y contenga el temido palabro ácido (que en realidad indica que los átomos que forman la molécula tienden a ceder protones), es la molécula esencial para la vida. Ahí es nada.

2. La dosis hace el veneno

   No existen los químicos tóxicos, tan solo dosis tóxicas. Está claro que para ahorrar, el lenguaje coloquial ha acabado por llamar "tóxico" a todo aquello que es altamente tóxico para el ser humano, pero eso no significa nada en realidad. Cualquier químico es seguro en dosis debidamente bajas, y cualquier químico es tóxico en dosis altas. Este es un hecho fundamental que ciertos movimientos anti-ciencia ignoran de manera habitual. Hay que tener en cuenta que la toxicidad se mide en relación a algo, pero como el sentido común dicta, cuanto más de algo, más peligro existe. Por ejemplo, si todavía sigues leyendo debes saber que tu cuerpo alberga ahora mismo cantidades variables de mercurio, arsénico, cianuro, formaldehído, aluminio, plomo y tantos otros químicos tóxicos para el cuerpo humano, pero sus cantidades son tan bajas que no tienes de qué preocuparte. Además, resulta que tendrías todos esos químicos si hubieras pasado toda tu vida alejada o alejado, a miles de quilómetros, comiendo comida orgánica que plantases tú misma o tú mismo cada día , y nunca usaras productos farmacéuticos. Todos los químicos arriba listados están de manera natural en nuestro medio ambiente, y los adquirimos a través de la comida, el agua y el entorno. Algunos de ellos, como el formaldehído son incluso producidos por nuestro cuerpo. Hasta químicos radioactivos como el uranio están comunmente presentes.
   Existen niveles seguros de químicos. Todo depende de su cantidad y su toxicidad. Por dar tan solo un contraejemplo; químicos "seguros" como el agua son tóxicos a ciertas dosis, y hay por ahí gente que ha sufrido sobredosis de agua. Ningún químico es inherentemente seguro o peligroso, así que la próxima vez que alguien trate de asustarte con lo de los químicos tóxicos en tu comida, fármacos, detergentes o vacunas, hazle estas dos preguntas:

     a) Cuál es la dosis tóxica en humanos?
     b) Qué dosis hay en el producto del que me estás hablando?

   Las dos respuestas son absolutamente cruciales a la hora de valorar la seguridad de una sustancia, así que si tu amigo, blogger, etc...no puede responderte a esas dos preguntas, sabrás que no ha hecho los deberes y no sabe de qué habla. De nuevo.

3. No hay diferencia entre las versiones "naturales" y "sintéticas" de un químico

   Más a menudo de lo que me gustaría oigo que el químico sintético (o sea, producido en un laboratorio) no es tan bueno como su equivalente "natural". La realidad es que la unidad más básica de materia es el átomo, y existen diferentes clases de átomos, a los que llamamos elementos. Combinamos estos elementos para crear moléculas, y es la combinación de elementos la que determina las propiedades de la molécula. El proceso por el cual se llega a la molécula es totalmente irrelevante para el comportamiento final de la molécula en cuestión.

   Por ejemplo, el agua consiste de tres átomos, dos de hidrógeno y uno de oxígeno unidos por un enlace covalente polar, lo que convierte al agua en una molécula increíblemente versátil. Las reacciones químicas que la molécula permite fueron en algún momento de la Tierra primigenia totalmente cruciales en la aparición de la vida, a partir de un fenómeno que conocemos como evolución química, y que posiblemente propició la aparición de la primera célula viva. Existen literalmente miles de reacciones químicas que producen agua, tanto artificiales como naturales, lo que significa que podemos crear agua de muchas maneras diferentes. Esta agua creada siempre se comporta de la misma manera, sin importarle cómo haya llegado ahí, ya que consiste de los mismos tres átomos haciendo sus cosas de átomos. Si tuvieras un vaso de agua pura en tus manos, no habría especialista en el mundo que pudiera decirte cómo ha sido creada el agua del vaso, porque sería agua idéntica a cualquier otra agua pura del planeta. Simplemente es imposible ir atrás en el tiempo. Así que mientras la estructura química sea la misma, no importa que un químico sea extraido de una planta o sintetizado en un laboratorio.

4. Los químicos "naturales" no son automáticamente buenos,  ni los "artificiales" malos

   Llegados a este punto algunas personas me comentan que sí, que están de acuerdo con todo, pero todavía insisten que los químicos que no se encuentran en la naturaleza son malos. Yo, a bote pronto, veo dos problemas en esta afirmación. Primero, recordemos que todos los químicos son peligrosos en dosis suficientes, y esto es cierto tanto para los naturales como para los artificiales. Segundo, la aseveración no es más que una falacia. La naturaleza está llena de químicos como el cianuro y el arsénico, que son tóxicos para los humanos en dosis muy bajas, así que no hay razón para pensar que lo natural que sea algo lo vaya a hacer más seguro.

   Es más, tengamos en mente que un químico no es más que una ordenación de átomos de elementos. No existe razón alguna para creer que la naturaleza creó las mejores ordenaciones para nuestra conveniencia, o que es imposible realizar un ordenamiento mejor que el que realizó. Constantemente escucho por ahí que no es posible mejorar lo que ha hecho la naturaleza, y aunque esto podría ser cierto en algunos contextos, en general resulta en un argumento irrisorio. Reto a cualquiera a darme un silogismo lógico que soporte tal afirmación sin caer en la falacia que acabamos de explicar. Aunque me encuentro entre los que se sienten fascinados por su belleza y mecanismos, hay que tener claro que la naturaleza es indiferente a nuestros anhelos y que no está ahí para cuidarnos como una madre protectora, más bien pasa de nosotros. Prácticamente nada de lo que consumimos es natural, porque llevamos siglos domesticando especies de todo tipo; vegetales y animales, y seleccionando las que nos ayudan a sobrevivir. Que nos estemos pasando por causas de desigualdad y sobrexplotación es preocupante, sí, pero también es otro tema que nada tiene que ver.

5. Las propiedades de un químico complejo las determinan otros químicos a los que está enlazado

   Los compuestos químicos se forman mediante la combinación de diferentes elementos o moléculas, y el producto final puede no comportarse de la misma manera que sus partes. El ejemplo clásico aquí es el cloruro de sodio. El sodio es un elemento extremadamente reactivo, hasta el punto que explota en contacto con el agua, y el cloro es tóxico a dosis bajas. Aún y así, al combinarlos nos encontramos con el cloruro de sodio (NaCl), también conocido como sal de mesa. Fíjate en que la sal común no tiene ninguna de las propiedades comentadas de sus partes individuales, ni explota en contacto con el agua, ni es extremadamente tóxica. La combinación de los dos elementos cambia sus propiedades, y sería absurdo decir que la sal es peligrosa porque contiene sodio. Su sodio ya no actúa como sodio porque está enlazado al cloro. Que algo contenga tal o cual químico no significa que sea peligroso, porque puede ser que el elemento peligroso de la mezcla esté enlazado a algo que lo hace seguro para el consumo. 

   Aquí va otro ejemplo, el del tiomersal, que se usa en ciertos tipos de vacunas de la gripe. Puede que hayas oído que las vacunas contienen mercurio, aunque lo contienen en dosis extremadamente bajas y está ahí en forma de este compuesto. En él, el mercurio está enlazado a un grupo funcional alquilo, lo que convierte al mercurio presente en etilmercurio. El mercurio que causa intoxicación (como por ejemplo, el que se acumula en el pescado de mar y el marisco), está enlazado a algo, así que ya no es mercurio. Simplemente no se comporta de la misma manera, igual que el sodio y el cloro de la sal de mesa, su enlace ha cambiado sus propiedades.




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