dijous, 5 de setembre del 2013

UN ESTIRAMIENTO UBICUO (DESDE DENTRO)

En general, los físicos solían pensar que el Universo había existido siempre, sin demasiados cambios, porque eso era lo que sugerían sus observaciones del cielo. Esta visión chocaba con el concepto de origen o creación de la mayoría de religiones, así que no es sorprendente que un cura católico, Georges Lemaitre, fuera uno de los primeros y más importantes defensores de una nueva visión científica; la de que nuestro Universo, en algún punto, comenzó. Lemaitre era un excelente matemático que basó esta convicción no sólo en sus creencias religiosas, sino también en las nuevas pruebas experimentales de Edwin Hubble, que mostraban que el universo observable se estaba expandiendo. Es lógico pensar que una expansión supone un momento inicial, así que la prueba, combinada con las matemáticas de la relatividad general permitieron a Lemaitre rebobinar la historia cósmica y plantear que cuanto más atrás en el tiempo, menor en tamaño debería ser el Universo. La conclusión natural de ello es que todo lo que podemos ver en él fue en algún momento un único punto en el espacio. Lemaitre llamó a esta idea el átomo primordial, aunque hoy en día habrás oído hablar de ello con otro nombre: La teoría del Big Bang.

La cosa es que Big Bang es un nombre de lo más desafortunado. Nació en realidad como mofa a toda la idea del átomo primordial, pero hay que reconocer que si ha sobrevivido y los físicos la utilizan es porque tiene un gancho bestial. Al contrario que la opción más correcta, que sería algo así como llamarlo la extensión ubicua.

Verás, uno de los malentendidos más comunes al hablar del Big Bang es que se supone que implica que el Universo entero estaba comprimido en un solo punto del espacio, desde donde de alguna manera se expandió hacia la adyacente nada. Si bien es cierto que el universo observable (la parte del Universo que podemos ver desde la Tierra) estuvo una vez menguada en un punto muy pequeño del espacio (y ciertamente inconcebible para nuestras mentes), ese pequeño lugar no era un punto, ni el resto del Universo estaba ahí, al menos no de la manera que la expresión Big Bang nos da a entender. La explicación tiene que ver con los increíbles poderes de los infinitos.
El Universo es realmente enorme. Los datos actuales señalan que podría ser unas 20 veces mayor que la parte que vemos, pero incluso eso resulta un cálculo bastante conservador. Podría perfectamente ser infinito. Cuando tienes un espacio infinito, puedes seguir teniéndolo aunque escales a la baja ese espacio. Es decir: Cuántos puntos puede tener una recta de un metro de longitud? La respuesta es infinitos puntos, y aunque tomes el espacio infinitesimal entre dos de esos puntos seguirás teniendo un espacio infinito dentro.
En esencia, el espacio no necesita más espacio para expandirse porque puede expandirse hacia su propio espacio, es decir, hacia adentro, y aún así tener espacio de sobras. Esto sería posible incluso si el espacio acabara resultando no ser infinito, aunque las razones para ello son complicadas y tienen que ver con la diferenciabilidad infinita de la métrica del espacio-tiempo.

El caso es que el evento desafortunadamente conocido como Big Bang resultó ser básicamente un momento en el que el espacio estaba mucho más apretado, y el universo observable, es decir, todo lo que vemos, estaba amontonado en un trozo muy pequeño de ese espacio. Como el Universo entero era denso y caliente hasta niveles difíciles de imaginar, el espacio-tiempo estaba curvado en todas partes y esta curvatura se manifestó en una rápida expansión del espacio a través del Universo. Y aunque la gente lo llame Big Bang, en realidad no fue simplemente big, sinó que ocurrió en todas partes, y no fue una explosión, sinó un estiramiento.

Lo que nos lleva a la singularidad del big bang, que es todavía un nombre más horroroso para lo que tratamos de explicar, ya que cada una de las palabras es engañosa. Aunque singularidad parece implicar que algo pasó en un punto concreto, lo que deberíamos decir es la parte de la extensión ubicua de la que todavía no sabemos nada. Por supuesto este segundo nombre no le llega a la suela de los zapatos al primero en términos de posible popularidad. Pero básicamente, nuestros modelos actuales son incapaces de explicar o predecir qué fue lo que pasó en el primer momento de extensión, así que en vez de llamarlo el momento del que no sabemos nada, hemos acabado llamándolo singularidad. Aunque la inconveniencia esté clara, lo que sí sabemos es que cuando todo empezó y todo estaba increíblemente caliente y denso, nuestras matemáticas dejan de funcionar hasta tal punto que el tiempo como lo conocemos deja de tener sentido.

Una manera de entenderlo es la siguiente: cuando estás en el Polo Norte, el concepto de norte pierde sentido (¿cuál es el norte del Polo Norte?) La único que puedes decir es que el resto de la Tierra está al sur del norte, así que de la misma manera el estiramiento ubicuo pasó...después del principio. Pero al empezar el tiempo, fuera cuando fuera eso, el espació se extendió muy rápidamente por poco tiempo. Entonces la expansión aminoró, el Universo se enfrió, algunas cosas pasaron y a los pocos miles de millones de años, aquí estamos.

Otra de las cosas que no sabemos es porqué ocurrió el estiramiento ubicuo, o sea, porqué el Universo se inició de una manera tan peregrina y comprimida, al menos en apariencia, y porqué siguió desde entonces las aparentemente arbitrarias leyes de la física tal y como las conocemos actualmente. Por supuesto, para alguien como Lemaitre, aquí es donde la idea de un dios iniciador encaja. Este vacío de conocimiento es utilizado de una manera bastante deshonesta por no sólo la religión que procesaba Lemaitre, sinó por defensores de diferentes ideas poco rigurosas, todas ellas con el sello inconfundible del pensamiento mágico.

Lo gracioso de todo es que nada de lo que has leído implica que no existiera un tiempo anterior al estiramiento ubicuo, una edad previa del Universo o algo parecido que acabó cuando el espacio se colapsó en sí mismo, quedando increíblemente caliente y denso, curvando el tiempo pero no lo suficiente como para hacernos borrar nuestras ideas de lo que es el tiempo. El Universo podría, por ejemplo, haber rebotado en sí mismo, estirándose de una manera parecida a lo que llamamos Big Bang, pero sin esa parte de la que no sabemos nada absolutamente.

Así que la física podría estar explicándonos que sí, el Universo es infinito y eterno, así que no tuvo comienzo alguno. En tal caso, Lemaitre y los defensores de un ente iniciador del todo harían bien en repensar esa frase tan conocida que dice "En el principio creó Dios los cielos y la tierra."