divendres, 26 de juny del 2015

ALGO DE QUÍMICA


    Una reciente encuesta realizada sobre la población española señaló que desde el año 2010, la percepción social de la ciencia había aumentado favorablemente casi un 20 por ciento. La población consideraba también la labor de los científicos positivamente, en los puestos más altos de la lista de las profesiones mejor vistas. Esto no debería sorprender demasiado, pero sí el siguiente dato; casi un 90 por ciento de los encuestados reconocía que su educación científica era mala o muy mala. No hay que saber qué es una suma de Riemann para reconocer en este escenario un caldo de cultivo preocupante. Como solía decir Carl Sagan, la triste realidad es que vivimos en una sociedad altamente dependiente de la ciencia y la tecnología, pero casi nadie sabe nada de ciencia y tecnología. Aún más si tenemos en cuenta las bases del ideal científico, atribuídas a Sócrates y que dicen aquello de que la búsqueda de conocimiento es una empresa colectiva. Ya sabes, lo contrario de lo que tenemos delante.
   
   Que la gente confíe en la ciencia sin saber casi nada de ella (a parte de que ha creado esos útiles GPS), es una receta para el desastre. Porque las marcas, los publicistas y todo un movimiento anti-ciencia lo saben. Y explotan la ignorancia de la gente. No hay nada más fácil que poner a un actor con bata blanca en la pantalla asegurando que tal producto mata los gérmenes. O hacer creer que la leche fermentada con L.Casei ayuda a tus defensas. O poner la palabra quantum en el nombre de unas pastillas para lavar la ropa o los platos (!). Lo tienen demasiado fácil. Ceder el conocimiento y sus métodos a aquellos que están, por la razón que sea, en el poder, es cederles el arma más poderosa que hemos creado como especie.

   La cosa es peor cuando entramos en el tema de la salud y/o la alimentación, donde todo el mundo parece tener una opinión, normalmente errónea, aunque casi nadie sepa porqué la repite. Es especialmente aterrador el uso que se hace de la química en estos ámbitos, porque la mayoría de opiniones denotan un desconocimiento flagrante de los principios más básicos de este campo. No estoy hablando de que sea necesario tener un gran nivel de conocimientos para darse cuenta de las tonterías que se dicen; es suficiente abrir un libro de texto de bachillerato para desmontar ciertos discursos. Y como es tan fácil, pues nada, aquí tenéis cinco puntos que espero os sirvan a la hora de enfrentaros a esa molesta ignorancia voluntaria de algunos.




1. Todo está hecho de químicos

   Aunque mucha gente tenga dificultades para entenderlo, este concepto no podría ser más simple: toda la materia está hecha de químicos. Tu cuerpo está hecho de sustancias químicas. Toda la comida que ingerimos (también la orgánica) está hecha de químicos. Los remedios herbales están hechos de químicos. Así que cuando alguien afirma algo como "No vacuno a mis hijos porque no quiero que se les inyecte químicos" no hace más que demostrar su falta de conocimiento, y puedes estar seguro o segura de que no sabe de lo que está hablando.

   Una vida "libre de químicos" es absolutamente imposible. Puede que llegaras a sobrevivir un par de minutos sin químicos, y a partir de ahí la falta de oxígeno (un elemento químico) te mataría. Ahora mismo estás inspirando dioxígeno y tu cuerpo está utilizando ése químico como aceptor de electrones para hacer funcionar un proceso llamado respiración celular. Este proceso toma carbohidratos (como por ejemplo, la glucosa, que es también una sustancia química) de tu comida y los rompe para liberar dióxido de carbono (otra más), agua (la molécula química más importante para la vida junto al carbono) y la energía almacenada en el trifosfato de adenosina (ATP). Es este ATP el que sirve de combustible para tu cuerpo.
   El proceso involucra también numerosas encimas y aceptores de electrones como la acetil co-A y la nicotinamida adenina dinucleótida (NAD), todos ellos también sustancias químicas. Aunque todos estos nombres sean difíciles de pronunciar, espero que estés pillando la idea; eres una máquina bioquímica y cada cosa que haces está conducida por reacciones químicas dentro de tu cuerpo. Incluso leer este artículo está cuasando reacciones químicas diversas en tu sistema nervioso que te permiten procesar la información. Tú y todo lo que existe en nuestro maravilloso planeta está hecho de químicos, y ni tú ni nada en él podría existir sin ellos.

   Tampoco está de más hacer notar que el número de letras del nombre de un químico no es indicador de su toxicidad. Internet está plagado de tácticas bastante patosas que tienen que ver con temer una substancia a partir de su nombre. Existe un personaje abyecto en Estados Unidos que se ha hecho de oro predicando productos ecológicos (sobre los que tiene comisión) y que es famosa por proclamar que nadie debería comer nada cuyo nombre suene raro. La cosa es cómica en tantos sentidos que lo voy a dejar ahí, pero si quieres reir un rato pásate por aquí.

   Podrías pensar que el retinal, la cianocobalamina, el ácido absórbico o el ergocalciferol son cosas chungas, pero en realidad no son más que las vitaminas A, B, C y D en sus formas más comunes. De manera similar, todo lo que está vivo (y virtualmente todo lo que comemos) contiene ácido desoxirribonucleico, más conocido como ADN, que aunque suene mal y contenga el temido palabro ácido (que en realidad indica que los átomos que forman la molécula tienden a ceder protones), es la molécula esencial para la vida. Ahí es nada.

2. La dosis hace el veneno

   No existen los químicos tóxicos, tan solo dosis tóxicas. Está claro que para ahorrar, el lenguaje coloquial ha acabado por llamar "tóxico" a todo aquello que es altamente tóxico para el ser humano, pero eso no significa nada en realidad. Cualquier químico es seguro en dosis debidamente bajas, y cualquier químico es tóxico en dosis altas. Este es un hecho fundamental que ciertos movimientos anti-ciencia ignoran de manera habitual. Hay que tener en cuenta que la toxicidad se mide en relación a algo, pero como el sentido común dicta, cuanto más de algo, más peligro existe. Por ejemplo, si todavía sigues leyendo debes saber que tu cuerpo alberga ahora mismo cantidades variables de mercurio, arsénico, cianuro, formaldehído, aluminio, plomo y tantos otros químicos tóxicos para el cuerpo humano, pero sus cantidades son tan bajas que no tienes de qué preocuparte. Además, resulta que tendrías todos esos químicos si hubieras pasado toda tu vida alejada o alejado, a miles de quilómetros, comiendo comida orgánica que plantases tú misma o tú mismo cada día , y nunca usaras productos farmacéuticos. Todos los químicos arriba listados están de manera natural en nuestro medio ambiente, y los adquirimos a través de la comida, el agua y el entorno. Algunos de ellos, como el formaldehído son incluso producidos por nuestro cuerpo. Hasta químicos radioactivos como el uranio están comunmente presentes.
   Existen niveles seguros de químicos. Todo depende de su cantidad y su toxicidad. Por dar tan solo un contraejemplo; químicos "seguros" como el agua son tóxicos a ciertas dosis, y hay por ahí gente que ha sufrido sobredosis de agua. Ningún químico es inherentemente seguro o peligroso, así que la próxima vez que alguien trate de asustarte con lo de los químicos tóxicos en tu comida, fármacos, detergentes o vacunas, hazle estas dos preguntas:

     a) Cuál es la dosis tóxica en humanos?
     b) Qué dosis hay en el producto del que me estás hablando?

   Las dos respuestas son absolutamente cruciales a la hora de valorar la seguridad de una sustancia, así que si tu amigo, blogger, etc...no puede responderte a esas dos preguntas, sabrás que no ha hecho los deberes y no sabe de qué habla. De nuevo.

3. No hay diferencia entre las versiones "naturales" y "sintéticas" de un químico

   Más a menudo de lo que me gustaría oigo que el químico sintético (o sea, producido en un laboratorio) no es tan bueno como su equivalente "natural". La realidad es que la unidad más básica de materia es el átomo, y existen diferentes clases de átomos, a los que llamamos elementos. Combinamos estos elementos para crear moléculas, y es la combinación de elementos la que determina las propiedades de la molécula. El proceso por el cual se llega a la molécula es totalmente irrelevante para el comportamiento final de la molécula en cuestión.

   Por ejemplo, el agua consiste de tres átomos, dos de hidrógeno y uno de oxígeno unidos por un enlace covalente polar, lo que convierte al agua en una molécula increíblemente versátil. Las reacciones químicas que la molécula permite fueron en algún momento de la Tierra primigenia totalmente cruciales en la aparición de la vida, a partir de un fenómeno que conocemos como evolución química, y que posiblemente propició la aparición de la primera célula viva. Existen literalmente miles de reacciones químicas que producen agua, tanto artificiales como naturales, lo que significa que podemos crear agua de muchas maneras diferentes. Esta agua creada siempre se comporta de la misma manera, sin importarle cómo haya llegado ahí, ya que consiste de los mismos tres átomos haciendo sus cosas de átomos. Si tuvieras un vaso de agua pura en tus manos, no habría especialista en el mundo que pudiera decirte cómo ha sido creada el agua del vaso, porque sería agua idéntica a cualquier otra agua pura del planeta. Simplemente es imposible ir atrás en el tiempo. Así que mientras la estructura química sea la misma, no importa que un químico sea extraido de una planta o sintetizado en un laboratorio.

4. Los químicos "naturales" no son automáticamente buenos,  ni los "artificiales" malos

   Llegados a este punto algunas personas me comentan que sí, que están de acuerdo con todo, pero todavía insisten que los químicos que no se encuentran en la naturaleza son malos. Yo, a bote pronto, veo dos problemas en esta afirmación. Primero, recordemos que todos los químicos son peligrosos en dosis suficientes, y esto es cierto tanto para los naturales como para los artificiales. Segundo, la aseveración no es más que una falacia. La naturaleza está llena de químicos como el cianuro y el arsénico, que son tóxicos para los humanos en dosis muy bajas, así que no hay razón para pensar que lo natural que sea algo lo vaya a hacer más seguro.

   Es más, tengamos en mente que un químico no es más que una ordenación de átomos de elementos. No existe razón alguna para creer que la naturaleza creó las mejores ordenaciones para nuestra conveniencia, o que es imposible realizar un ordenamiento mejor que el que realizó. Constantemente escucho por ahí que no es posible mejorar lo que ha hecho la naturaleza, y aunque esto podría ser cierto en algunos contextos, en general resulta en un argumento irrisorio. Reto a cualquiera a darme un silogismo lógico que soporte tal afirmación sin caer en la falacia que acabamos de explicar. Aunque me encuentro entre los que se sienten fascinados por su belleza y mecanismos, hay que tener claro que la naturaleza es indiferente a nuestros anhelos y que no está ahí para cuidarnos como una madre protectora, más bien pasa de nosotros. Prácticamente nada de lo que consumimos es natural, porque llevamos siglos domesticando especies de todo tipo; vegetales y animales, y seleccionando las que nos ayudan a sobrevivir. Que nos estemos pasando por causas de desigualdad y sobrexplotación es preocupante, sí, pero también es otro tema que nada tiene que ver.

5. Las propiedades de un químico complejo las determinan otros químicos a los que está enlazado

   Los compuestos químicos se forman mediante la combinación de diferentes elementos o moléculas, y el producto final puede no comportarse de la misma manera que sus partes. El ejemplo clásico aquí es el cloruro de sodio. El sodio es un elemento extremadamente reactivo, hasta el punto que explota en contacto con el agua, y el cloro es tóxico a dosis bajas. Aún y así, al combinarlos nos encontramos con el cloruro de sodio (NaCl), también conocido como sal de mesa. Fíjate en que la sal común no tiene ninguna de las propiedades comentadas de sus partes individuales, ni explota en contacto con el agua, ni es extremadamente tóxica. La combinación de los dos elementos cambia sus propiedades, y sería absurdo decir que la sal es peligrosa porque contiene sodio. Su sodio ya no actúa como sodio porque está enlazado al cloro. Que algo contenga tal o cual químico no significa que sea peligroso, porque puede ser que el elemento peligroso de la mezcla esté enlazado a algo que lo hace seguro para el consumo. 

   Aquí va otro ejemplo, el del tiomersal, que se usa en ciertos tipos de vacunas de la gripe. Puede que hayas oído que las vacunas contienen mercurio, aunque lo contienen en dosis extremadamente bajas y está ahí en forma de este compuesto. En él, el mercurio está enlazado a un grupo funcional alquilo, lo que convierte al mercurio presente en etilmercurio. El mercurio que causa intoxicación (como por ejemplo, el que se acumula en el pescado de mar y el marisco), está enlazado a algo, así que ya no es mercurio. Simplemente no se comporta de la misma manera, igual que el sodio y el cloro de la sal de mesa, su enlace ha cambiado sus propiedades.




dilluns, 11 de maig del 2015

SCHRÖDINGER SIN GATO

“Si un hombre no se contradice, será porque nunca dice nada”
    - Miguel de Unamuno


    En 1943, Erwin Schrödinger realizó unas conferencias en el Trinity College de Dublin. Los asistentes fueron avisados de que el tema a tratar era difícil, y no podía de ninguna manera ser considerado popular, aunque el arma más terrorífica del físico, la deducción matemática, sería muy poco utilizada. Su título: Cómo pueden los eventos del espacio tiempo que tienen lugar dentro del límite espacial de un organismo vivo ser explicados a partir de la física y la química. No se puede negar que la presentación es bastante disuasoria, eso está claro, pero las conferencias fueron editadas más tarde como libro de divulgación y tituladas de manera mucho más amable. ¿Qué es la Vida? es un ensayo imprescindible para hacerse ciertas preguntas, y alucino cada vez que un amigo que estudia filosofía me dice que nadie en la universidad le ha obligado a leerlo. Pues vale.
   
   Mi lastimosa relación de amor-odio con algunas partes del campo de la filosofía me impiden realizar un análisis profundo de las implicaciones de esta obra, pero como la primera vez que la leí me impresionó tanto, voy a intentarlo desde otra óptica. Espero que sepas disculpar mi osadía. 
   
   Para empezar, Schrödinger introdujo en las clases la idea de un cristal aperiódico que contenía en su interior información sobre la configuración de lazos covalentes. El físico llegó a esta idea teorizando a partir de su profesión, la física, y con el arma de la deducción lógica. Poco después, los descubridores del ADN, James D. Watson y Francis Crick, reconocieron que la idea de Schrödinger les había inspirado en su trabajo. Este sería un ejemplo más de cómo el método científico resulta en el arma más poderosa que los humanos hemos diseñado y bla bla bla, pero el libro del austríaco es especial por muchas razones más. Y es que la pregunta ¿qué es la vida? se las trae.

     Todo aquello que está vivo parece fundamentalmente diferente de lo que está muerto. En principio esta es una afirmación difícil de negar. Pero ¿es cierta? En ¿Qué es la vida?, Schrödinger da esta definición sobre el tema: las cosas vivas evitan el declive hacia el desorden y el equilibrio. Vale, y qué quería decir? Imagina que el universo es la carpeta de descargas de tu ordenador. Cuando lo recibiste, la carpeta estaba ordenada, pero poco a poco sucumbió al caos más absoluto. Invirtiendo energía puedes poner algo de orden en ella, y más o menos esto mismo es lo que hacen las cosas que están vivas, lo que hacemos tú y yo cada día.

    Todas las cosas vivas de este planeta están hechas de células. Básicamente, una célula es un robot basado en proteínas demasiado pequeño y sencillo como para sentir o experimentar nada. Pero lo gracioso es que tiene todas las propiedades que asignamos a la vida: consta de un muro que la separa del exterior (creando orden), se regula a sí misma, mantiene un estado constante, come otras cosas para seguir viva, crece y se desarrolla, reacciona al ambiente, y está sujeta a la evolución. Ah, y también se reproduce, claro. Pero de todas las partes que forman una célula, ninguna está viva. Algunas de ellas reaccionan químicamente con otras, formando reacciones que crean otras reacciones y de nuevo más reacciones. En una sola célula, cada segundo ocurren varios millones de reacciones químicas, formando una invisible (para nuestros ojos) y complejísima orquesta de una belleza inaudita. Eso mismo está pasando ahora, mientras lees.

    Una célula puede construir unos cuantos miles de tipos de proteínas, algunas muy simples, otras en forma de micromáquinas extremadamente complejas. Imagina que conduces un coche a 100 km/h, mientras reconstruyes constantemente todas y cada una de las piezas del automóvil con cosas que recoges (en marcha) de la carretera. Eso es, esencialmente, lo que hacen las células. Y sin embargo, ninguna de las partes de las células están vivas; todo lo que las forman es materia muerta moviéndose e interaccionando según las leyes de la física. Así que, ¿puede ser que la vida sea la suma de todos esos procesos que ocurren?

    En un espacio de tiempo lo suficientemente largo, la esperanza de vida de cualquier ser viviente se reduce a cero. Lo que significa que todo lo vivo muere, en algún momento. La meta del proceso evolutivo es básicamente ampliar esa esperanza de vida mediante la producción de nuevas entidades, y con esto me refiero al trabajo del ADN. La vida es, de alguna manera, información genética llevada por una proteína que no para de reproducirse. Si estás vivo, estás sujeto a la evolución, y es el ADN el encargado de esparcir la información genética más preparada para sobrevivir. Así que...¿es el ADN la vida? Si aislas el ADN, lo que tienes delante es una molécula espectacularmente compleja, pero que no puede hacer nada por si misma. Y aquí es donde los virus lo complican todo. Estos colegas son básicamente cuerdas de ADN o ARN en una cápsula, y necesitan de células para hacer cosas. Nadie está muy seguro de si los virus cuentan como algo vivo o inerte, pero sí sabemos que hay unos 225 millones de metros cúbicos de virus en la Tierra, y a todos les importa muy poco lo que pensemos de ellos. Hay por ahí incluso virus que invaden células muertas y las devuelven a la vida, lo que convierte en aún más difusa la linea entre lo muerto y lo vivo. Fíjate en los mitocondrios; simplemente bacterias que se unen a células más complejas en una nueva empresa. Continuan teniendo su ADN, y pueden multiplicarse por sí mismas, pero ya no están vivas. Podríamos decir que su táctica es cambiar su propia existencia a cambio de la supervivencia de su ADN. Lo que significa que cosas vivas pueden evolucionar a cosas muertas, siempre que sea beneficioso para sus códigos genéticos.
    
   Así que, sí, puede que la vida sea información que trata de asegurar su existencia. Pero entonces, qué hay de la inteligencia artificial? Si aceptamos la denominación más común de IA, parece ser que estamos muy cerca de crear vida artificial, al menos en ordenadores. Es una cuestión de tiempo que la tecnología lo permita, y nos guste la idea o no, este tema ha dejado de ser ciencia ficción. Hay incluso gente por ahí que afirma que los virus informáticos son vida.

    De acuerdo, ¿y qué es la vida, entonces? ¿cosas? ¿procesos? ¿ADN? ¿información? Espero que estés de acuerdo conmigo en que el tema se complica muy rápido. Pero algo es seguro; la idea de que la vida es fundamentalmente diferente a la muerte porque lo que está vivo se rige por leyes diferentes a lo que está muerto resulta ser errónea.

    Antes de Darwin y Wallace, nosotros los humanos, en nuestra impertérrita habilidad para creernos especiales, solíamos dibujar una línea clara entre nuestra especie y el resto de cosas vivas. Debía haber algo mágico en nosotros que nos hiciera especiales y nos permitiera gobernar cruelmente sobre todo lo demás. Cuando tuvimos que aceptar que somos iguales al resto de los seres vivos, y que somos producto de una evolución constante, decidimos dibujar otra linea. Pero cuanto más aprendemos sobre lo que pueden hacer las computadoras y cómo funciona el proceso de la vida, más nos acercamos a la creación de la primera máquina que encaja en nuestra descripción de lo que es la vida. Y por tanto, más en peligro está la imagen que tenemos de nosotros mismos. Además, si todo en el universo está hecho de las mismas cosas (protones, neutrones y electrones), ¿significa que todo en el universo está vivo o está muerto? ¿Se trata simplemente de una cuestión de complejidad? 
  
   O mi pregunta favorita, para la que por supuesto tampoco tengo respuesta: ¿Son la vida y la muerte cuestiones irrelevantes, pero todavía no nos hemos dado cuenta? 

fuentes:
-Erwin Schrödinger "Qué es la vida?
Ed. Tusquets


diumenge, 4 de gener del 2015

EL SESGO MACDONALIANO

Aviso: Este es un texto autobiográfico en forma de fábula que, como todas las fábulas, tiene una moraleja final. El autor tiende a exagerar cosas, así que os indicaré con un asterisco (*) los momentos en que la exageración sea flagrante.



Yo nunca como en McDonald's, por la sencilla razón de que su comida es asquerosa*. Esta no es la explicación que doy a la gente cuando surge el tema, porque sé que responderán "no es asquerosa" y como sabéis este es un argumento difícil de contrarrestar con lógica. En vez de eso, suelo decir "Estuve dos veces en McDonald's hace tiempo y la comida me sentó mal las dos veces". Este es un hecho real, y aunque no lo fuera, conseguiría callar la boca a mi interlocutor si la dijera con suficiente convicción. Es un conveniente hecho histórico que me ayuda a evitar comer en McDonald's tantas veces como me sea necesario.

Lo que no quita que sea un mal argumento. Para empezar, es un argumento por anécdota, así que no es realmente un argumento, porque la evidencia de algo supuestamente ocurrido a alguien una vez, incluso dos, no es una fuente fiable de información. Por otra parte, su falta de validez no impide que el hecho sea propagado; estoy seguro de que al menos una persona a la que le he comunicado mis indigestiones macdonalianas ha pasado el mensaje a otra. "Conozco a uno que se intoxicó comiendo en McDonald's, dos veces", y probablemente, conociendo cómo mutan los mensajes con cada pareja emisor-receptor que añadas, la cosa puede haber acabado en "Sabes lo de ese tio que entró en un McDonald's y murió en el baño después de comer, y todo por culpa de la comida?".

He escuchado cosas más absurdas sobre mejores restaurantes.

Incluso si reuniera las pruebas médicas de mis dos indigestiones allí, mi argumento sería un mal argumento. Los humanos somos por lo general malos en estadística, incluso en su forma más sencilla, así que a todo aquel con el que hable del tema le parecerá bien que yo no coma nunca más en McDonald's, porque entenderá que he sopesado los pros y contras de mis posibles visitas allí y tomado una decisión sensata. Y ciertamente la tomé, porque el olor de un restaurante McDonald's siempre* me ha provocado nauseas instantáneas*, incluso antes de mis dos accidentes digestivos, hasta el punto que la mera visión del logo corporativo de la cadena me provoca desasosiego*. Así que lo que digo a menudo es "comí dos veces en McDonald's y ambas sufrí indigestión", dejando implícito en el mensaje que McDonald's siempre me provocará indigestión, debido a alguna calidad intrínseca de su comida.

Esto tampoco se sostiene ante un escrutinio serio. Por ejemplo, no recuerdo qué comí exatamente durante los días anteriores y posteriores a mis indigestiones, ni sé cómo estaba de salud por entonces, ni sé si las indigestiones se debieron a algún tipo de alergia o bichito estomacal. No comprobé la posibilidad de que contrajera alguna enfermedad durante esos días que no tuviera nada que ver con McDonald's, e incluso si todas estas cosas dieran negativo, y la comida de McDonald's fuera realmente lo que me produjo el malestar, seguiría sin suficientes datos para concluir que siempre que vaya a McDonald's enfermaré. El hecho de que me sintiera mal dos veces en dos visitas me convierte bien en un caso muy extraño estadísticamente, o en alguien con aversión física a algún producto usado en lo que repetidamente McDonald's se empeña en llamar comida. Como McDonald's es repugnante de todas maneras, el mundo nunca lo sabrá.


Hechos y estadísticas a parte, mi historia suele acarrear una cantidad de peso absurdo en cualquier conversación que tenga sobre el tema, simplemente porque algo pasó. Es curioso porque el (mucho más poderoso) hecho de que millones de personas coman allí cada día sin consecuencias aparentes en sus visitas al lavabo nunca* me ha sido presentado como contrargumento, y eso es porque es algo aburrido. A esos millones de personas no les ha pasado nada. Ni siquiera recuerdan las estadísticas de sus visitas a McDonald's que no les provocaron indigestiones, así que no tienen una buena anécdota. Yo gano.


Este ejemplo de lubricante social me ayuda a no comer donde no quiero y a reducir el tiempo de toma de decisiones a la hora de no ir a McDonald's. Es bastante inofensivo, y estoy seguro de que una empresa modélica* como McDonald's no sufre injustamente por mi pequeña trampa.

Ahora, pongamos por caso que fui a McDonald's con mi mejor* amigo, resistí las nauseas* al entrar, pedí un agua y mientras él sí comía algo, yo iba repitiendo comentarios sobre su pobre elección alimentaria hasta que se hartó, fue al baño un momento y murió allí. En este caso quiero pensar que intentaría ser racional, soportaría el dolor de la pérdida y consideraría que cualquier cosa que comió antes podría haberlo matado, que igual era susceptible a algo que yo ignoraba, o podría pensar en el otro millón de posibilidades. Me gusta pensar que haría todo eso, al menos después de denunciar al restaurante y declarar mis otras dos indigestiones en un supuesto juicio por daños y perjuicios, donde el abogado defensor de la cadena sacaría a relucir la debilidad de mi argumento por anécdota. Ganara o perdiera, casi cualquiera vería como algo moralmente reprobable que ese abogado sacara a relucir tal debilidad lógica. Al fin y al cabo mi amigo estaría muerto y la empresa que le paga es aquerosamente rica.

Pero entonces empiezaría de verdad.

McDonald's ha matado a mi mejor* amigo. Empiezo una campaña contra McDonald's. Utilizo mis dos indigestiones y la pérdida de mi ser amado* como punta de lanza contra ellos. Cómo pueden vender comida que puede matar a gente? Comienzo a coleccionar miles* de historias de otras víctimas de McDonald's, y descubro que hay otros casos de muertes. Recojo sus historias, abro una web y pido dinero para la causa. Mi documental "McDonald's: La verdad" obtiene 7 millones de visionados en Youtube los primeros seis meses. Surgen tantos ejemplos de gente comiendo en McDonald's y muriendo que el público comienza a preguntarse "Cómo pudo McDonald's matar a toda esa gente?". Poco después subgrupos de mi movimiento se forman y afirman que los gobiernos en la sombra utilizan McDonald's para controlar la población.

En este punto, la autopsia ha determinado de manera concluyente que mi amigo tenía un defecto en el corazón y que la botella de Jaggermeister ingerida en su totalidad la noche anterior provocó una cadena de acontecimientos en su cuerpo que acabó con su muerte, pero eso ya no importa. Otras personas han muerto de manera parecida después de comer en McDonald's. Algunos superaban los 80 años! Está el gobierno haciendo desaparecer a la gente mayor para no tener que pagar pensiones en un escenario económico tan difícil como el actual? Yo no lo sé! Tú lo sabes? Mira los hechos!

Ahora entras en internet. Existe ya un centenar de páginas llenas de anécdotas sobre gente con dolor de barriga en McDonald's. Necesitas una docena de historias reales, cada una de ellas de dos o tres páginas de longitud, porque media hora de investigación en internet es todo lo que alguien está dispuesto a perder para formarse una opinión. Repostea esas historias en todas las páginas. No te olvides de tu documental. Repostéalo en Facebook cada semana. Con esa puerta abierta, mucha gente que haya leído seis o siete historias estarán razonablemente convencidas de que ahí hay algo.

Ahora puedes decir lo que quieras.

McDonald's cocina con uranio para ejercer control mental sobre las masas. Si alguien no está de acuerdo, o demuestra que ningún rastro de uranio se ha encontrado jamás en ningún producto de McDonald's, entonces es parte de la conspiración gubernamental o no ha leído la docena de historias.
El negocio de cargarse a McDonald's es ahora una empresa boyante. Las cien páginas se han convertido en mil, con diversas teorías sin sentido esparcidas por ahí. Si aparecen cuatrocientos estudios científicos que aseguran que McDonald's puede ser asqueroso, pero no es letal a corto plazo, no importa, porque hay un millar de páginas que aseguran que McDonald's mata a sus clientes. Lleva mucho rato repasarlas todas, pero al menos son más fáciles de leer que un paper técnico.

Ahora cualquiera que escuche "McDonald's asesinos" puede ir a Google y obtener miles de resultados. Todos esos sitios están conectados a todas las redes sociales, y casi que por definición, son gestionados por personas sin nada mejor que hacer, así que no paran de disparar más información para continuar el caso de El pueblo contra McDonald's. Los científicos que pasaron dos años buscando uranio en la comida de McDonald's han vuelto a sus otras investigaciones, y probablemente no pueden pasar diez horas al día en Facebook, así que el equilibrio mediático está claramente sesgado hacia la visión de McDonald's como empresa asesina. Incluso teclear "McDonald's no es malo a corto plazo" te lleva a gente que intenta refutar los "Asesinatos de McDonald's", y los argumentos científicos se encuentran con "existen dos mil ejemplos de que McDonald's mató a Jesucristo", o "McDonald's está gestionado por extraterrestres". Además, "siempre sacáis a relucir los mismos cuatrocientos estudios científicos, y uno de ellos tiene un error tipográfico en la página doce, que es el número de muertos por McDonald's, es que no veis la relación!?".

Además, los sitios que no forman parte del movimiento no importan, porque nadie que crea que McDonald's mata a la gente va a buscar en Google "McDonald's no mata a la gente", porque ya sabes, hay muchas cosas que no te matan, y la mayoría son aburridas. Lo que van a buscar son ejemplos de macdonalicidios, y encontraran una docena como poco, porque las leyes de la probabilidad obligan a que una docena de personas mueran en McDonald's o en sus inmediaciones, y esa docena parece un millón si viene de diferentes fuentes.


Esta es la fábula, que bajo el caleidoscopio de las emociones humanas, marca el largo y olvidado llanto del científico. Apoyar una posición racionalmente requiere abrirse voluntariamente a opiniones opuestas. Tener una opinión no es especialmente útil ni interesante, sinó que se convierte en útil e interesante cuando se examinan las pruebas contra ella, cuando se consideran las explicaciones alternativas y los contrargumentos, cuando se establece un criterio que nos permita cambiar de opinión si las pruebas nos lo indican. Pero "mi amigo está muerto" tiene mucho más punch, puede ser repetido hasta que tu interlocutor se duerma, y le recuerda lo indefensos que nos sentimos todos cuando alguien cercano se va para siempre. El deseo de importar en un universo indiferente, el deseo de enmendar lo irreparable, y el deseo de tener la razón en esto concretamente porque es importante nos abruman y nos hacen olvidar que algo creído ampliamente no tiene porqué ser verdad.


Y que conste, en realidad nunca* he comido en McDonald's.